“Mi hijo iba a casarse”, dijo el papá de uno de los pilotos del avión que chocó con helicóptero

El choque fatal entre un avión de American Eagle y un helicóptero militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, ocurrido el pasado miércoles sobre el Río Potomac, en Washington DC, ha dejado una huella imborrable en las familias de los involucrados.

Entre las víctimas se encontraba el joven piloto Samuel Lilley, de 29 años, quien viajaba como primer oficial en el avión comercial que iba de Wichita a Washington DC. La noticia de su muerte ha devastado a su familia, quienes recuerdan su vida con un dolor profundo, pero también con una admiración por su dedicación y pasión por la aviación.

Timothy Lilley, padre del fallecido, compartió con profunda tristeza cómo su hijo estaba viviendo el mejor momento de su vida cuando la tragedia ocurrió. Samuel se encontraba comprometido con la mujer que amaba, a punto de dar un gran paso en su carrera profesional, pues estaba cerca de convertirse en capitán.

"Era un joven lleno de energía, optimismo y amor por lo que hacía", recordó su padre entre sollozos. La familia estaba emocionada con su futuro y su pronta incorporación al rango de capitán, lo que para Samuel representaba la culminación de años de esfuerzo y dedicación.

Timothy, quien también fue piloto de helicópteros Blackhawk en la Fuerza Aérea, jamás imaginó que su hijo estaría a bordo de la aeronave que protagonizó el trágico accidente. Fue él mismo quien reconstruyó la escena del impacto tras enterarse del siniestro. Su primer impulso fue llamar a la prometida de Samuel, en busca de respuestas, y las noticias que escuchó confirmaron lo que temía: su hijo estaba entre los fallecidos.

“Solo estuve bien durante unos 10 minutos, después de eso fue un dolor indescriptible”, confesó entre lágrimas. “Nunca pensé que mi hijo estaría involucrado en algo así. El dolor es insoportable, es un trago muy amargo”. A pesar de la tragedia, Timothy destacó la brillante carrera que su hijo estaba construyendo, llena de logros y promesas. La última vez que hablaron, Samuel le compartió lo cerca que estaba de convertirse en capitán, un hito que nunca llegó a ver cumplido.

El vuelo que partió de Wichita llevaba 64 pasajeros y miembros de la tripulación, mientras que el helicóptero de la Fuerza Aérea transportaba tres militares. Ninguno de los ocupantes sobrevivió al accidente.

En este difícil momento, su padre recordó con cariño y orgullo la última conversación que tuvo con él: “Me emocionaba saber que estaba llegando tan lejos”. Trágicamente, ese "llegar tan lejos" se vio truncado en una noche fatídica, aseguró.