Los “bebés arcoíris” son aquellos que nacen después de una pérdida, ya sea por aborto espontáneo, muerte fetal o neonatal
30/12/2024 14:24
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Miriam aún recuerda el día en que su mundo se detuvo. Unos días antes de dar a luz, perdió a su bebé. “Fue como si me arrancaran un pedazo del alma", confiesa. La tristeza y la culpa la envolvieron, pero dos años después, una nueva vida comenzó a florecer dentro de ella. "Mi hijita es mi arcoíris después de la tormenta", dice tras vivir el dolor de la pérdida y la esperanza de una nueva oportunidad.
Los “bebés arcoíris” son aquellos que nacen después de una pérdida, ya sea por aborto espontáneo, muerte fetal o neonatal. Los menores son un símbolo de esperanza, pero su llegada no borra el dolor del pasado.
“Son aquellos que nacen después de que la familia sufrió la pérdida de un hijo anterior, ya sea durante el embarazo o dentro de los primeros 28 días de vida, lo que consideramos como etapa neonatal”, explica Loagdy Mendizábal, médico pediatra perinatólogo, y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Miriam recuerda que fue muy doloroso, tanto para ella como para su esposo. “Tuvimos que ir al psicólogo y a un terapista de pareja para afrontar la pérdida de nuestro bebé. No me di cuenta que ya estaba con contracciones y no fui al hospital oportunamente. Mi hijo falleció en mi vientre y no pude hacer nada para salvarlo”.
A pesar del dolor, Miriam decidió volver a intentar quedar embarazada. Sin embargo, la angustia la acompañó en cada etapa. “Programé incluso el día que nacería mi hija para evitar cualquier complicación. Hoy, mi hijita está a punto de cumplir dos añitos y es la luz que ilumina nuestras vidas”, comenta con una mezcla de alegría y alivio.
La llegada de un bebé arcoíris no borra el dolor del pasado, pero ofrece una nueva perspectiva y una razón para seguir adelante. “Cada embarazo es de cuidado, pero más aún si existió una pérdida previa, los controles prenatales, controles ecográficos y laboratoriales se deben realizar de manera regular, en toda la etapa del embarazo, sin olvidar lo emocional, debemos sanar para brindar amor a nuestros bebés arcoíris, realizando terapia psicológica”, recomienda Mendizábal.
Si bien los bebés arcoíris simbolizan un nuevo comienzo, es importante reconocer que los padres pueden experimentar una amplia gama de emociones. La alegría por la llegada del nuevo bebé puede coexistir con la tristeza por la pérdida anterior.
“Mientras que la llegada de un bebé arcoíris puede traer consigo alegría y esperanza, también puede desencadenar una mezcla de emociones complejas para los padres, que aún llevan el peso de la pérdida anterior”, señala el especialista.
El académico resalta la importancia de buscar ayuda profesional, permitirse el tiempo necesario para procesar el duelo y fomentar la individualidad sin cargas. Asimismo, destaca que es esencial brindar amor a los hijos sin caer en la sobreprotección y contar con el apoyo de la familia.
“No nos olvidemos que la familia debe ser como una tribu, cuidar de los suyos, apoyarnos unos con otros para poder seguir adelante, no hay carrera sin tropiezos”, subraya, enfatizando el rol crucial de un entorno solidario.
Por otro lado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que el periodo neonatal enfrenta desafíos importantes que requieren atención prioritaria. Entre ellos se encuentran la mortalidad neonatal por causas prevenibles, las condiciones de salud que impactan el desarrollo humano a lo largo de la vida y las profundas desigualdades sociales.
Para garantizar una atención adecuada, resulta fundamental trabajar en un continuo de cuidado que abarque la salud de las mujeres, el embarazo, el parto y el bienestar del recién nacido. Estos esfuerzos son esenciales para reducir riesgos y mejorar la calidad de vida de madres e hijos, añade el organismo internacional.
Los bebés arcoíris son un recordatorio de la resiliencia del espíritu humano y la capacidad de encontrar esperanza incluso en los momentos más oscuros. Su llegada no borra el dolor del pasado, pero ofrece una nueva perspectiva y una razón para tener esperanza en el futuro. En un mundo lleno de incertidumbre, estos pequeños “milagros” son un testimonio de que la vida siempre encuentra una manera de florecer.
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