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Le hacía bullying y, años más tarde, él le dio una segunda oportunidad a su acosador: le salvó la vida

La historia de un médico que tuvo que dejar el rencor a un lado para salvar la vida de quien lo lastimó duramente en la infancia.

04/07/2025 12:23

Fernando Montero actualmente tiene 42 años y, además de ser medico, es Piloto de Drift de Toyoya Racing Uruguay. Foto: Gentileza Fernando Montero / Clarín.
Uruguay

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La infancia de Fernando Montero estuvo marcada por el acoso. Sus "extraños movimientos y sonidos", producto de un trastorno neurológico, lo convirtieron en el blanco de burlas implacables, especialmente de un compañero. Años más tarde, ya como médico, el destino lo puso frente a frente con ese mismo acosador, pero esta vez, en una situación de vida o muerte.

Montero, hoy médico deportólogo y acupunturista, fue diagnosticado con síndrome de Tourette a los 13 años. Este trastorno, que se manifiesta con movimientos o sonidos involuntarios conocidos como tics, había comenzado a afectar su vida mucho antes, a los ocho años. La angustia y el llanto acumulados por el acoso constante detonaron su primer tic sonoro involuntario.

"Un compañero de la escuela me hizo jurar por mis padres que no le contaría a nadie que mi mamá tenía cáncer. Me decía que si hablaba, ellos morirían. Era mentira, pero a esa edad lo creí", recordó Montero en una entrevista con Clarín. Incapaz de revelar el tormento, lloraba en silencio cada noche, mientras sus padres, preocupados, no entendían el motivo.

Los intentos de Montero por hablar con su maestra y la psicóloga de la escuela fueron minimizados, sus palabras no fueron tomadas en serio. "Creían que eran simplemente cosas de niños. Nunca llegaron a dimensionar lo que yo sufría", afirmó.

Mientras su familia buscaba respuestas médicas, el acoso se intensificaba. Un tratamiento incorrecto le causó ginecomastia, y su cuerpo, marcado por la saliva, su pequeña estatura y una fatiga constante, lo hacían un blanco fácil. Su acosador incluso le prometía un golpe por cada tic. Un día, tras un intento de defensa, la violencia escaló: "Se rio y me ahorcó hasta que me desmayé", relató Montero.

Un encuentro inesperado que cambió todo

La dolorosa experiencia de su infancia inspiró a Montero a estudiar medicina, con el firme propósito de "escuchar y valorar lo que un niño siente y dice". Años después, su formación lo confrontó con una situación inesperada. En la boda de un amigo de la escuela, se encontró con su acosador. Para su sorpresa, este lo saludó con una sonrisa y un abrazo, como si nada hubiera pasado. En una charla posterior, el excompañero le confesó no recordar haberle causado tanto daño.

"Ahí entendí que la persona que hace bullying, muchas veces no dimensiona el daño que causa y lo olvida. Él fue quien me despertó el síndrome de Tourette, y para él no fue para tanto", reflexionó Montero.

Horas más tarde, la celebración se interrumpió abruptamente. Un hombre se había descompensado gravemente. Al acercarse, Montero descubrió que el paciente era su antiguo acosador, sufriendo una sobredosis múltiple, inconsciente y en riesgo de muerte.

En medio de la urgencia, un enfermero lo reconoció y celebró la presencia de otro médico, ya que la profesional de guardia era pediatra y no sabía intubar. Montero, aunque inicialmente dudó, recordó una lección crucial de su residencia, donde un médico le había insistido en enseñarle esa técnica vital. En ese momento, la imagen de su acosador ahorcándolo en el colegio lo asaltó. Montero está convencido de que aprendió a intubar por él y para él. "Fue la única persona que intubé en mi vida, y no creo que vuelva a hacerlo", afirmó.

Tras intubarlo y ver cómo la ambulancia se lo llevaba, Montero pensó que no sobreviviría. Días después, recibió un mensaje de su acosador agradeciéndole por haberle salvado la vida. Lejos de guardar rencor, Montero también le agradeció. Para él, esas experiencias tan duras fueron las que lo formaron y lo impulsaron a ser quien es hoy. "Mi vida hubiera sido perfecta, hubiese vivido en una cápsula, en una mentira, jamás me habría dedicado a lo que hago. No habría podido ayudar como ayudo. Si pudiera volver el tiempo atrás y evitar todo lo que viví, no lo haría. Pasaría por todo lo mismo", afirmó con convicción.

Para llegar a esa profunda reflexión, Montero entendió que el bullying es, en el fondo, una forma de mal manejo emocional. "Es una descarga sobre otra persona. Un chico que no tiene herramientas para gestionar lo que le pasa, busca a alguien más débil para volcar todo eso", explicó. La historia de Fernando Montero es un testimonio poderoso de resiliencia, perdón y la inesperada forma en que el pasado puede moldear un futuro con propósito.

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