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Isadora Duncan, la creadora de la danza moderna entre la tragedia y la leyenda

El baile de Duncan se caracterizaba por movimientos libres y fluidos enmarcados en la máxima expresión emocional interna.

16/04/2021 17:14

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La estrella de la danza, Isadora Duncan, a quien denominaron “La Ninfa”, cautivó al público europeo, por la excelencia de su arte en el que conjugaba cuerpo y espíritu y en el que rompía con las severas reglas del ballet clásico. 

Hija de un matrimonio truncado, oriunda de Irlanda, y finalmente divorciada, Angela Isadora Duncan nació como la menor de cuatro hermanos, el 27 de mayo de 1877 en San Francisco, California, Estados Unidos. El padre de la familia, Joseph, abandonó el hogar cuando Isadora era pequeña y su madre, Dora, sustentaba a los niños a duras penas dando clases de piano. 

Pese a las penurias económicas, la matriarca siempre le inculcó a sus hijos la importancia de las artes. Isadora encontró consuelo en el mar, cuyo movimiento constante y hermoso le despertó una sed imparable de bailar.

Con sus hermanos en una academia de danza que había creado su mamá en 1884, en la ciudad de Oakland. Luego, la familia se muda a Chicago y no contaron con suerte, porque perdieron todas sus posesiones en un incendio. Isadora decidió viajar a Nueva York a los 17 años, con el objetivo de integrarse a la compañía del actor y empresario, Augustin Daly. Intentó en vano convencer al empresario para que introdujera una serie de innovaciones que implicaban un nuevo método partiendo de la improvisación para presentar plásticamente los poemas.

En una época complicada para Europa, los Duncan decidieron marchar a Inglaterra. La rocambolesca idea que Isadora se traía entre manos era estudiar los movimientos de la danza antigua e inspirarse en el arte del Museo Británico.

Europa y viajes

Creadora de su propio estilo, teniendo como fundamento la danza de la Antigua Grecia, Isadora Duncan alquiló un salón y comenzó a crear sus propias rutinas basándose en una técnica proveniente de su invención. Cosechó triunfos en Londres, tras presentarse en una serie de recitales. El éxito obtenido en Inglaterra le dio alas para irse a París, en donde visitó el Museo del Louvre y enamoró al público francés. El éxito en las dos importantes capitales le abrió las puertas de los principales teatros europeos, recorriendo Francia, Italia y Grecia.

 

Sin embargo, América del Sur no la recibió con cariño. Su paso por Argentina en 1916 no hizo más que traerle decepciones a la bailarina, cuyo público no entendía sus puestas en escena. Aquel estilo bohemio, de pies descalzos y cabellos sueltos, no se parecía en nada al clásico ballet ruso. Parte de las telas de su escenografía no pudieron ser trasladadas y las partituras de la música que bailaba tuvieron que ser reemplazadas.

Durante una presentación, una parte del público comenzó a hablar e Isadora interrumpió su rutina para llamar a los sudamericanos unos “negros”. Desencantada, la bailarina partió del país y, para poder cubrir la factura del hotel, dejó como forma de pago varias joyas que le había regalado su millonario amante francés, Paris Singer.


Técnica y escuelas

Para Isadora, el ballet clásico constituía un género ficticio e ilógico, porque ella concebía a la danza como algo armonioso entre los seres y la vida. Por lo tanto la danza debía transmitir el amor a la naturaleza y la vida. Criticando principalmente la rigidez del ballet, formó su estilo en torno a las artes escénicas de la Antigua Grecia y el movimiento artístico del impresionismo, tomando como temas principales la muerte y el dolor e incluso el ocultismo. Consideraba también que el origen del movimiento se encontraba en el plexo solar.

La primera escuela de danza que abrió fue en la ciudad de Berlín, en 1904. De esta academia surgió el grupo conocido como las Isadorables, seis chicas bailarinas a las que Isadora terminó adoptando legalmente en 1919. Se hicieron conocidas por abordar el “estilo moderno”, que la propia Duncan había creado y con el que era conocida en Europa. Artistas como Auguste Rodin, Antoine Bourdelle y Laura Knight se vieron inspirados en la fuerte presencia visual de la bailarina.

Muerte insólita

Duncan viajaba en el asiento del copiloto de un automóvil descapotable, propiedad del joven mecánico italiano Benoît Falchetto. Cuando el vehículo circulaba a toda velocidad, la delicada chalina de Duncan, suficientemente larga como para envolver su cuello y ondear por fuera del automóvil, se enredó entre la llanta de radios y el eje trasero del coche. Debido a ello fue golpeada con una fuerza terrible, lo que provocó que saliese despedida por un costado del vehículo y se precipitase sobre la calzada de adoquines.

Así fue arrastrada varias decenas de metros antes de que el conductor, alertado por los gritos, consiguiese detener el automóvil. Se obtuvo auxilio médico, pero se constató que Isadora Duncan ya había fallecido por estrangulamiento, y que sucedió de forma casi instantánea.

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