Con tan solo 11 años, Francisco Javier Vera Manzanares es un líder ambientalista que sueña con ser presidente de su país
21/10/2020 18:10
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Francisco Vera es un niño que se ha ganado la admiración y el respeto de todos quienes lo conocen, el pequeño de 11 años que puede conversa animadamente en el Congreso de la República, con Mauricio Toro e Inti Asprilla. Observa a lo lejos que Gustavo Petro se aproxima. Sus 11 años no le impiden apresurar el paso y se abre camino entre la gente para hablar con el senador. Cuando logra alcanzarlo, le pide una foto, también le habla acerca del movimiento ambientalista que fundó en Villeta y, sin pensarlo dos veces, le dice: “Senador, yo quiero hablar en el Senado”.
Cuando Francisco Vera camina por las calles de Villeta, Cundinamarca, parece un niño común y corriente; corta estatura, unas pequeñas gafas, sonrisa pícara y apenas 11 años; pero cuando habla, salta a la vista que tiene algo diferente, un intelecto y madurez muy superiores a los que se esperarían de un niño de su edad.
En casa, sus padres crean espacios de diálogo ciudadano para que pueda opinar en los asuntos del hogar. Desde muy pequeño, tiene pensamientos muy profundos y críticos, su madre recuerda con gracia algunas respuestas que la dejaron perpleja:
- “A mí no me gusta que lloren a mi lado. No vayas a llorar, Francisco Javier”, a lo que él me respondió:
- “Mamá, tú que tanto defiendes los derechos humanos, ¿ahora me estás impidiendo llorar?, eso es un derecho humano”.
- “Yo no supe qué decir. A los 6 años, mi hijo ya hablaba conmigo y su tía acerca del feminismo, el derecho a vivir y el porte de armas, lo que lo ayudó a forjar su carácter y fortalecer su posición frente a diversos temas.
Este pequeño activista siempre ha mostrado su interés por las ciencias, la física, la economía, la política, entre otras. Buscaba a su abuelo para aclarar dudas sobre economía y llamó frenéticamente a profesores universitarios amigos de su madre buscando respuestas a las inquietudes que le surgían luego de leer el libro ‘Simplemente Hawking’.
Desde temprana edad ha tenido contacto con el mundo del activismo social, su madre es militante por los derechos de la mujer y su tía, quien es edil por Tunjuelito, siempre se ha desempeñado como activista ambiental. Ellas han llevado a Francisco desde pequeño a marchas, plantones y todo tipo de espacios de participación ciudadana en donde invadido por el espíritu del liderazgo pide el megáfono para pregonar sus ideales.
Un día estando junto a su mamá en una velatón llegó Álvaro Uribe Vélez, uno de los escoltas le preguntó a la madre de Francisco si deseaba que el niño se tomase una foto con el expresidente, a lo que el pequeño rápidamente respondió:
A Francisco le gusta jugar en su colegio con sus compañeros y a pesar de que allí no ejerce tanto el activismo, disfruta hacer parte de espacios de participación estudiantil, es representante de curso y aprovecha cada ocasión para tomar la vocería en su colegio. Tiene una relación muy cercana con el profesor de ciencias, Juan Carlos Padilla, a quien acude frecuentemente para preguntarle acerca de astronomía, física y ciencias.
Francisco creó el movimiento ambientalista ‘Guardianes por la Vida’ en el año 2019. Debido al contexto casi rural en el que vive, nota cómo la naturaleza poco a poco es invadida y maltratada de forma atroz por el hombre.
“Yo quiero hacer un movimiento de activismo”, ella no le prestó mucha atención, pero cuando llegó a casa el infante ya había organizado toda una “base de datos” con información de jóvenes y niños que querían participar del movimiento. En un inicio, las protestas transcurrieron en el parqueadero de su conjunto, pero rápidamente se trasladaron al parque central de Villeta:
Francisco se siente libre ejerciendo su liderazgo ambiental, ya que cree firmemente que la libertad significa ser feliz haciendo lo que le gusta y, sin duda, él se siente realizado al luchar por la biodiversidad de Colombia. Cree que la crisis política es la principal culpable del daño ambiental que hoy se vive en el país, asegura que los gobernantes de la nación privilegian el dinero y al hombre, pero dejan de lado a la naturaleza.
Propone que los dirigentes tengan un enfoque más biocéntrico y no solamente cuiden los intereses de las clases altas o de los seres humanos en general. También pone en un lugar privilegiado la protección de la naturaleza, para esto es necesario poner en práctica lo que para él fue la gran moraleja que le dejó El Principito.
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