El yacimiento lleva su nombre y se convirtió en motor del desarrollo de México al final del siglo XX, pero murió en la pobreza y el olvido
29/06/2020 18:50
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En el año de 1958, el pescador de 44 años había visto por primera vez una mancha negra en medio de las aguas azul turquesa del mar de Campeche, en el sureste de México. Al principio no le dio mucha importancia, o no quiso dársela.
La sospecha era cierta, en aquel lugar cercano a las costas, la compañía estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) encontró el más grande yacimiento de crudo de la historia del país. Bajo las calmas aguas había 40,000 millones de barriles, un enorme tesoro que en su tiempo solo estaba por debajo del campo petrolero Ghawar, en Arabia Saudita.
El yacimiento fue nombrado Complejo Cantarell, en honor al humilde pescador que llevó a los ingenieros petroleros de Pemex a su hallazgo. Pero también significó tragedia para muchos, incluido el propio descubridor.
Como muchos de los habitantes de las costas de Campeche, la vida de Rudesindo Cantarell (1914-1997) estaba en el mar y la pesca. Su padre lo llevó a trabajar desde los 10 años, relataba, y desde entonces laboró desde pequeñas canoas y embarcaciones pesqueras de la región, hasta grandes buques en los que llegó a Cuba y Estados Unidos. Pero uno del que se hizo socio en la década de 1950 es el que cambió su historia y la historia de México: “Centenario del Carmen”.
En la década de 1960 al confirmar el hallazgo aquel pescador fue homenajeado y su apellido se convirtió en sinónimo de riqueza petrolera. Pemex le prometió empleo y el gobierno mexicano le entregó en 1978 una medalla de oro con motivo del 40 aniversario de la nacionalización petrolera con la frase “El petróleo es nuestro”.
Después de los reconocimientos y aplausos, Cantarell recibió un empleo sin contrato fijo como auxiliar de limpieza en un laboratorio de Pemex en Campeche, con un sueldo muy bajo acorde a ese nivel.
El viejo pescador aseguró que las cartas que enviaba a los ejecutivos de Pemex y del gobierno federal nunca le trajeron una mejora salarial ni un buen empleo. En Ciudad del Carmen hoy casi nadie recuerda a Rudesindo Cantarell.
Y es que el hombre que llevó a Pemex hasta su más grande descubrimiento murió sin casi ningún patrimonio que dejar en mayo de 1997 a los 82 años. Pero desde muchos años antes sabía que la suerte del oro negro no le había sonreído a él: “En otro país sería casi un héroe, pero aquí…”.
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