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HISTORIA: Lo que pasó con Mildred Harnack y su estremecedora muerte

La única estadounidense que fue decapitada en Alemania, fue una de las piezas clave de la resistencia alemana, formando parte del grupo que los nazis apodaron la Orquesta Roja

04/09/2021 14:52

EE.UU.

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Mildred Harnack fue parte del grupo Harnack-Schulze-Boysen, uno de los que integró la red de la resistencia alemana, al que la Gestapo llamó Orquesta Roja. Ayudaron a judíos y opositores a escapar del país, crearon y distribuyeron panfletos para denunciar los crímenes, difundir ideas políticas de izquierda e informar sobre las derrotas del Tercer Reich, que se ocultaban. Disimulaban sus escritos en publicaciones sobre el cuidado de los cactus o las técnicas de esquí.

Mildred Harnack, nació en Milwaukee, Wisconsin, desde joven fue una activista nata y terminó convirtiéndose en la única mujer estadounidense mandada a ejecutar por Hitler en persona. 

Aquel febrero de 1943, cuando Mildred fue condenada a seis años de trabajo forzados, Hitler estaba molesto por la derrota en Stalingrado, que inauguró el ocaso de su utopía criminal. La sentencia le cayó fatal y se negó a firmarla. Ordenó un nuevo juicio. Uno que terminara como él quería. Él pensaba que después de todo, esa mujer y todos los demás de la Orquesta Roja tenían la culpa de lo que había pasado en el frente de la Unión Soviética, razonó.

Sin embargo, Stalin no había mostrado mayor interés que él en la información que los resistentes, en efecto, le habían hecho llegar antes del comienzo de la Operación Barbarroja. Arvid, que trabajaba en el Ministerio de Economía alemán, y su amigo Harro Schulze-Boysen, funcionario de Goering en la Luftwaffe, habían advertido, entre otras, muchas cosas:

Se están elaborando planes para bombardear los objetivos más importantes. Se acaban de completar los planes para atacar Leningrado, Vyborg y Kiev. El personal de la Luftwaffe procesa regularmente fotografías de ciudades y objetivos industriales.

En el Estado Mayor de la fuerza aérea alemana, los preparativos para las operaciones contra la URSS se están llevando a cabo a gran velocidad. En las conversaciones con los oficiales del Estado Mayor, se cita a menudo el 20 de mayo como fecha de inicio de la guerra. Otros predicen que el ataque está previsto para junio.

Hasta último momento se entretuvo traduciendo al inglés unos poemas de Goethe. De uno de ellos (Zu unsers Lebens oft getrübten Tagen / gab uns ein Gott Ersatz für alle Plagen; En los días de nuestra vida a menudo nublados / Dios nos dio un sustituto para todos nuestros males).

Dejó su bien más preciado, la carta de Arvid, a su compañera de celda, Gertrud Klapputh, otra activista, quien la conservaría durante su traslado a Ravensbrück, toda su reclusión en ese campo de concentración para mujeres y la liberación que realizó el Ejército Rojo, denunciado por violaciones masivas de las detenidas.

Gertrud le dio la carta a Clara Harnack, la madre de Arvid, y le contó todo lo que sabía de Mildred. Algo de esa información cruzó el Atlántico hasta Chevy Chase, Maryland, en Estados Unidos. Allí vivía Georgina Fish, la madre, quien recibió cada dato con emoción; en cambio su otra hija, Harriette, no quiso saber nada de la historia. En diciembre de 1947 The New York Times denunció que Hitler había ordenado personalmente la ejecución de Mildred.

En 1947 una revista de la Universidad de Wisconsin, donde Mildred se había graduado, había contado su historia; se sugería que la institución la recordara con una placa, pero Donner no encontró que el memorial se hubiera concretado. 

En la década de 1950 Allen Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), reconoció que Occidente no se tomó muy en serio las súplicas de los alemanes antinazis, aunque tanto su país como Gran Bretaña habían brindado fondos, asistencia y hasta ánimo a los resistentes de Francia, Bélgica y otros países ocupados por Hitler. Entre esos activistas había muchos de la Orquesta Roja, que tenía colaboradores en toda Europa.

Las dos investigadoras encontraron una conexión llamativa entre los verdugos de Harnack y los aliados. Horst Kopkow, el nazi que personalmente detuvo a Mildred Harnack y asistió a su tortura, puso Donner como ejemplo. Los británicos lo detuvieron a fines de mayo de 1945; se jactó de que había erradicado a la Orquesta Roja bajo la dirección de Heinrich Himmler, quien se acababa de suicidar en la cara de sus guardianes.

A cambio de una nueva identidad, Kopkow ofreció al MI6 información sobre el espionaje soviético en Europa, incluidos complots rusos contra intereses británicos. La Comisión de Crímenes de Guerra de Londres cerró el expediente de Kopkow —quien para entonces era Peter Cordes, gerente de una fábrica textil— al recibir un certificado de defunción del detenido, donde constaba que había sucumbido por bronconeumonía.

Los años de la Guerra Fría pasaron sin que a nadie se le ocurriera detenerse en la sutileza de que sí, Mildred Harnack y su marido tenían convicciones de izquierda, y él brindaba información a un agente soviético, pero también espiaban para los aliados y, sobre todo, se dedicaban 24/7 a luchar contra el nazismo. La única excepción fue un miembro de la Legislatura de Wisconsin, Arthur Heitzel, quien propuso que el 16 de septiembre, día del nacimiento de Mildred, se recordara en las escuelas del estado.

Tras la caída del Muro de Berlín, el revisionismo de Guerra Fría trajo nuevas lecturas de la Orquesta Roja, que comenzó a ser llamada, con más respeto, resistencia alemana. Entre ellas se destacó que el 40% de sus activistas eran mujeres, como Mildred, o Libertas, la esposa de Schulze-Boysen, las principales impulsoras de lo que internamente se llamaba el Círculo.

Luego, la cancelación de la Constitución de Weimar, el fin de la democracia parlamentaria, la fusión de presidencia y cancillería en una oficina de poder total. “Todos sienten la amenaza pero muchos entierran sus cabezas”, le escribe Mildred a su madre.

Mildred pasó hambre: “Esta noche hemos comido una costosa patata pequeña, que sabe como un milagro después de las castañas”. Mildred destruye su diario cuando le avisan que la Gestapo ha identificado y busca a tres parejas: Harro y Libertas Schulze-Boysen, Adam y Greta Kuckhoff y ella y Arvid. Mildred huye con su esposo a Lituania, ocupada por los nazis, con la intención de cruzar en bote a Suecia.

Mildred muere decapitada el 16 de febrero de 1943, y sus últimas palabras fueron "Und ich hatte Deutschland so geliebt" ("Y amé tanto a Alemania").

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