El reto de preservar la escritura a mano en un mundo digitalizado

El uso constante de teclados y dispositivos electrónicos está llevando a las nuevas generaciones a alejarse del papel y el lápiz, poniendo en riesgo una habilidad que tardó 5.500 años en desarrollarse: la escritura manual. Este fenómeno no solo afecta la caligrafía, sino también impacta la memoria y el aprendizaje, según explica Clara Solórzano, jefa de Enseñanza Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

“El escribir a mano nos permite organizar de mejor manera nuestro pensamiento. Además, está comprobado que la escritura manual genera un aumento de la capacidad de crear nuevas ideas en comparación con lo que sucede cuando se escribe en un teclado”, puntualiza Solórzano. 

La pedagoga también destaca que el acto físico de trazar letras y palabras con la mano fortalece la conexión entre lo que se escribe y la memoria. “Es como si el proceso más íntimo y laborioso de la escritura manual permitiera al cerebro explorar nuevos caminos y conexiones”, agrega.

Carlos Sánchez, un estudiante universitario de 20 años, refleja el impacto de este cambio. “Creo que desde la primaria no escribo más de dos planas a mano y lo hago terrible, apenas sí puedo entender mi propia letra”, confiesa. Al igual que él, muchos jóvenes y adultos están perdiendo la habilidad de escribir a mano por falta de práctica.

Investigaciones recientes muestran que la Generación Z, acostumbrada al uso de teclados y redes sociales, enfrenta dificultades para escribir en línea recta en una hoja en blanco, su caligrafía es ilegible o tienen problemas para formular párrafos elaborados. Según un estudio de la Universidad de Stavanger de Noruega, las personas que durante un año se centran exclusivamente en la escritura digital pierden hasta un 40% de su capacidad en la escritura manual.

Además, muchos estudiantes tienen problemas para redactar oraciones largas y estructuradas, lo que afecta su habilidad para escribir textos coherentes y bien organizados. Este cambio también evidencia la dificultad de transicionar entre el aprendizaje digital y la escritura tradicional.

Para evitar que esta habilidad desaparezca, Solórzano propone diversas estrategias que motiven a los estudiantes a retomar el hábito de escribir a mano. La escritura manual debe ser vista como una forma personal de expresión, una herramienta que conecta a las personas con su creatividad y pensamiento crítico.

Mantener un diario personal es una de las formas más efectivas para incentivar la escritura a mano. Escribir sobre el día, pensamientos y emociones no solo mejora la caligrafía, sino que también fomenta la reflexión y la creatividad. Otra opción es recuperar la costumbre de escribir cartas o notas a amigos y familiares, lo que también permite practicar la escritura de manera significativa.

Clases de caligrafía también pueden ser una solución. Aprender diferentes estilos de escritura mejora la destreza y el control, al tiempo que se convierte en una forma de expresión artística. Asimismo, usar listas y planificadores escritos a mano en lugar de aplicaciones digitales puede ser una manera práctica de mantener la escritura manual activa en la vida cotidiana.

Unirse a talleres o clubes de escritura creativa también puede ser motivador. Compartir trabajos escritos y recibir retroalimentación permite mejorar habilidades y desarrollar un mayor aprecio por el proceso de escritura.

La escritura a mano no es solo una técnica, sino una herramienta poderosa para la creatividad y la expresión personal. “A medida que avanzamos en la era digital, no debemos perder de vista el valor intrínseco de este acto aparentemente simple, que nos conecta con nuestra historia y nos ayuda a dar forma a nuestro futuro”, reflexiona Solórzano.

Fomentar la escritura manual en las nuevas generaciones no solo preserva una habilidad fundamental, sino que también enriquece el aprendizaje y refuerza las conexiones humanas en un mundo cada vez más digitalizado.