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Venezolano camina 8.000 kilómetros para llegar al parto de su amada

"Tuvieron que vender todo lo que tenían para salir: la casa, el carro, todo. En Venezuela, o compras comida o compras un champú, tú decides. En mi familia prefirieron vender todo a morir de hambre", cuenta Fabiola Navarro (24).

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Fabiola resistió en Caracas todo lo que pudo y aunque su familia completa había emigrado para Argentina ella tomó la decisión de quedarse en Venezuela por su novio, “hasta que un día no aguantamos más” dijo la joven caraqueña.

Fue hace un año que sus padres y sus hermanos fueron para Argentina. "Tuvieron que vender todo lo que tenían para salir: la casa, el carro, todo. En Venezuela, o compras comida o compras un champú, tú decides. En mi familia prefirieron vender todo a morir de hambre", cuenta Fabiola Navarro (24) a Infobae.

El dinero les alcanzó para pagar cuatro pasajes en micro a Argentina. Alquilaron una casa en Bella Vista. La mamá de Fabiola -que en Venezuela era maestra jardinera- empezó a limpiar casas y a cuidar chicos. El papá de Fabiola -que en Venezuela era ingeniero en sistemas– empezó limpiando una inmobiliaria, un gimnasio y pintando paredes.

Con esos trabajos juntaron los 400 dólares que necesitaban para resolver su último drama: pagar otro pasaje de micro para sacar a la mayor de sus tres hijos de Caracas.

Fabiola se había negado a irse sin su novio, Reinaldo Perger. "Los dos teníamos trabajo, pero las cosas empezaron a andar peor", cuenta. Fabiola ganaba 4 dólares por mes y ya había tenido que abandonar la universidad: "Estudiaba Relaciones Industriales. Iba a una universidad privada porque la pública es imposible: los docentes no iban porque no les pagaban, porque habían matado a algún estudiante o porque la inseguridad es tan grave que se metían a robar en plena clase".

Finalmente, Fabiola se despidió de su novio a comienzos de junio. "Vine en bus, sola. Comí galletas y pan durante todo el viaje". Tardó 10 días en llegar a Buenos Aires. En Argentina empezó a tener un malestar generalizado. Creyó que estaba enferma pero estaba embarazada.

Fabiola tiene siete meses de embarazo

 

"No lo podía creer. Cuando le conté a Reinaldo se puso como loco. Quería venir y estar conmigo, pero era imposible reunir el dinero para el pasaje". El joven esperó casi cinco meses hasta que llamó a Fabiola y le dijo: "Me voy para allá, no puedo más".

Su novio salió de Caracas hace casi dos meses, no tiene teléfono y es poco lo que Fabiola sabe de él: "Me llamó a comienzos de diciembre. Pidió un teléfono prestado y me dijo que iba por la costa de Perú, que la gente lo ayuda con agua y comida. Que descansa en alguna plaza o duerme en la calle, donde lo agarre la noche. Dijo que había hecho dedo, que un camión lo había avanzado un poco pero que se había tenido que bajar tan rápido que había dejado el bolso con su ropa. Ahora sí que no tiene nada".

Reinaldo en su paso por Colombia

Reinaldo le dijo que estaba ardiendo por el sol, que le sangraban los labios y que tenía los pies hinchados. Y que iba a ofrecerse para pescar en la costa, que eso iba a demorar el viaje, pero iba a permitirle comer y ganar algo de dinero para comprar agua. Nunca habló de abandonar: su cálculo era que le faltaban dos días de caminata para llegar a Bolivia.

El viernes, después de dos semanas de silencio, Reinaldo consiguió un teléfono prestado y volvió a escribir. Ya había entrado a la Argentina: estaba en Salta. Fabiola tiene esperanza de que llegue a tiempo: ya está en el séptimo mes de embarazo y espera un varón que nacerá en un hospital público, en San Miguel.

Fuente: Infobae

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