Jóvenes que trabajan en distintos puntos de España cuentan sus experiencias y sus principales quejas
16/06/2020 18:30
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España, junto a Italia, son los dos grandes países de la Unión Europea que han reabierto los bares antes que los colegios. Cuando reabrieron, el primer día salieron imágenes de aglomeraciones que mostraban las ganas de salir que tenía la gente.
Esta vuelta se enmarca dentro de la transición a la nueva normalidad que implica un aforo limitado, mesas separadas para mantener los dos metros de distancia de seguridad, mascarillas, dispensadores de gel, un máximo de 15 personas en una mesa (dependiendo de la fase), etc. Son muchas medidas de higiene y de seguridad que han tomado los establecimientos pero también existen medidas para los clientes.
Los camareros resumen esta vuelta con una palabra, "caos". Estos trabajadores, desde distintos puntos de España, cuentan sus experiencias y sus principales quejas sobre el comportamiento de los clientes. Y lo resumen en que la mascarilla no es una pulsera o gafas de sol ni sirve para tapar la papada; los dispensadores de gel no están de decoración y no está permitido el autoservicio por mucho que pienses que el camarero está tardando una hora en servirte o en cobrarte.
Damián, tiene 26 años, vive en la Puebla del Caramiñal, La Coruña. El joven cuenta que en este pequeño pueblo el tema de la Covid-19 no afectó mucho. Por eso, la gente piensa que es una broma. Obviamente, no todos, pero de cada 10 clientes que entran al local, 8 lo hacen sin mascarilla, y 7 no se limpian las manos con el desinfectante de la entrada, critica. Añade que lo peor es que algunos se ofenden cuando les exige hacerlo.
Según su experiencia, Damián asegura que la gente mayor, que es la que tiene más riesgo, es la que más pasa del tema. Ni uno se pone la mascarilla. Familias con niños pequeños hacen más caso.
Pascual, un joven camarero por vocación habla de un descontrol total. como no han tenido nuevos casos en un mes, se lo toma todo como algo pasajero y a la cuarta o quinta cerveza no se les puede decir nada acerca de la mascarilla.
El otro problema es la barra, que ya se permite en la fase 3. Se aglomera mucha gente y aunque no se conozcan de nada se acercan y se abrazan. El joven dice que no sirve de nada denunciar porque las fuerzas de seguridad no están haciendo nada al respecto. Pascual cuenta que en la isla parece que no hay una nueva normalidad sino la normalidad de toda la vida.
Gema, tiene 25 años, trabaja en un restaurante en Madrid que no tiene terraza y explica que el comportamiento de la gente es tan preocupante que prefiere quedarse en la cocina y no salir de ahí, porque entran con la mascarilla, pero al segundo se la quitan para pedir y el gel está en la puerta pero parece invisible, porque no lo usan.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha elaborado una serie de recomendaciones sobre cómo deben comportarse los clientes en un bar. Primero señala que los bares están tomando unas medidas de seguridad y higiene pero que no quiere decir que los camareros se conviertan en vigilantes.
Se debe evitar y minimizar el uso de elementos que se comparten como servilleteros, palilleros, vinagreras o aceiteras, y si se hace, deben higienizarse entre usos de clientes diferentes. También aconsejan evitar compartir la comida. Otra medida básica es la limpieza de manos y el uso del gel desinfectante del que disponen todos los locales. "Lávate las manos con jabón o con gel hidroalcohólico al entrar, pero también al salir del local".
Mientras el cliente no esté comiendo o bebiendo, es mejor que lleve la mascarilla puesta, sobre todo cuando no sea posible respetar la distancia, como puede ser el momento en el que los camareros se acercan a tomar nota o a servir. Pero no hay que quitar y ponérsela constantemente, mucho menos dejarla en casa.
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