Los tripofóbicos suelen presentar una serie de síntomas que señalan una aversión generalizada hacia los patrones visuales repetitivos
23/09/2019 18:00
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Los tripofóbicos existen, y sus vidas discurren entre episodios de intenso asco, miedo y ansiedad, que se manifiestan cuando ven burbujas en el café, cuando están ante los agujeros de un queso gruyere o cuando perciben el patrón de una esponja marina, interior de las piñas, semillas de fresas. Esta fobia a los patrones repetitivos, surge al contemplar lo que se supone que debería ser un codiciado objeto de deseo, como el nuevo iPhone, concretamente el modelo 11 Pro.
El detonante está en las tres lentes circulares de la parte trasera del dispositivo, un conjunto que interpretan como una agrupación inquietante. En el grupo de Facebook donde los afectados intercambian información, hay quien lamenta el diseño del nuevo teléfono mientras alguna voz asegura que no le hace efecto, "la mayoría de las cosas hechas por el hombre no me preocupan. Me pongo peor con las naturales", afirma un usuario.
La tripofobia no está admitida como enfermedad por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ni hay una guía para diagnosticarla en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Se trata de una experiencia poco estudiada pero, sea lo que sea, las estructuras formadas por agujeros pueden provocar hasta ataques de ansiedad en algunas personas.
Las primeras investigaciones sobre la tripofobia fueron llevadas a cabo por los psicólogos Arnold Wilkins y Geoff Cole, de la Universidad de Essex, en Reino Unido. Ellos acuñaron el término. Su último estudio apunta a que dicha aversión podría tratarse de un mecanismo de defensa, de un acto reflejo inconsciente.
El trabajo sugiere que puede haber una parte primitiva del cerebro que asocia dichas imágenes con un animal peligroso. Es decir, algunas personas parecen más predispuestas a responder negativamente a estas formas geométricas muy juntas porque se parecen a las manchas o marcas que muestran ciertos animales o insectos venenosos.
Quien padece tripofobia sentirá incomodidad y una reacción visceral, como sudores fríos, náuseas, mareos, picor en la piel, ansiedad, palpitaciones y hormigueo en las extremidades. Si el temor persiste y causa una ansiedad excesiva que afecta al día a día, necesitará ayuda.
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