Los vecinos de un barrio de Auckland en Nueva Zelanda describen la invasión como si fuese salido de una novela de Stephen King
12/06/2020 20:33
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El confinamiento, en algunos países del mundo dio paso a que muchos animales se adueñaran de las calles y pasearan a sus anchas por ellas, tanto como por los espacios naturales.
En estos últimos tiempos se ha visto de todo, peces nadando tranquilamente en las aguas de los canales de Venecia, delfines en Cerdeña, pavos reales por Madrid, jabalíes por Barcelona, y por si fuera poco se suma lo que les está pasando a los vecinos de un barrio de Auckland (Nueva Zelanda), que están siendo invadidos por decenas de pollos y gallinas salvajes.
Los más de 4.000 residentes del vecindario de Titirangi, en Auckland, no daban crédito a lo que se encontraron cuando se levantó el confinamiento, decenas de pollos por todas partes, que ensucian todo a su paso y no les dejan dormir.
Esta situación ha hecho resurgir antiguas rencillas y divisiones en el barrio. Él mismo dice tener a unas 15’de estas aves acampadas a apenas 50 metros de su casa. Por lo visto no son unos pollos cualquiera, sino que son el resultado del abandono de dos de estas aves por parte de un vecino en el campo allá por 2008 y que se han reproducido sin control desde entonces.
No es la primera vez que los residentes se enfrentan a esta situación; y es que ya llevan varios años intentando controlar a los pollos. Es más, los vecinos aseguran que además de esos pollos, ha habido al menos dos ocasiones en las que se han producido abandonos por parte de otros vecinos, aprovechando que los otros pollos campaban a sus anchas por las calles.
Los responsables de la comunidad se han comprometido a intentar atrapar a todas las aves, aunque algunos vecinos desesperados están haciendo presión para que una empresa que comercializa carne de pollo congelada se haga cargo de la tarea y desaparezcan de una vez por todas. Lo malo es que la situación es tan exasperante, que esta solución está comenzando a parecer la más atractiva, según confirma el propio Presland.
Para colmo, parece que una vecina está dejando comida para los pollos, que atrae a su vez a las ratas, del tamaño de un gato, según se quejan. Algunos vecinos aseguran que la situación es tan terrorífica que parece salida de una novela de Stephen King.
De momento, algunos pollos han sido reubicados a granjas cercanas, y las autoridades confían en solucionar pronto el problema.
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