[VIDEO] “La gasolina espantó a los lagartos”: el estremecedor relato del piloto de la avioneta siniestrada

Su testimonio estremece y revela detalles hasta ahora desconocidos del milagro que mantuvo a todos con vida.

Charles Muñoz Flores

02/05/2025 17:02

Beni, Bolivia

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El joven piloto de la avioneta reportada como desaparecida días atrás, habló desde una cama del Hospital Trinidad. Con visibles signos de fatiga y algunas heridas, relató los momentos más duros que vivió junto a sus pasajeros tras el forzoso aterrizaje de emergencia en una zona pantanosa.

Su testimonio estremece y revela detalles hasta ahora desconocidos del milagro que mantuvo a todos con vida.

“Cuando el avión tocó tierra fue normal, pero al llegar al pantano hubo un golpe fuerte. Sentí que con la cara rompí el parabrisas”, contó con voz pausada. “Como pude, me desabroché el cinturón y salí. Fui el último. Cuando salí, mis pasajeras ya estaban afuera llorando. El avión se empezaba a hundir, así que les grité: ‘¡Suban! ¡Vamos todos arriba!’”.

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A bordo viajaban mujeres y un niño. En medio de la desesperación, el joven piloto mantuvo la calma. “Los tranquilicé, porque si nos poníamos nerviosos, no íbamos a hacer nada”, dijo, consciente de que su actitud fue clave para que no cundiera el pánico.

La noche fue larga, húmeda y peligrosa. Rodeados de naturaleza hostil y animales salvajes, el grupo se enfrentó a lo impensable. “Unos lagartos nos rodeaban, pero gracias a la gasolina, el olor y la contaminación, no se acercaban”, explicó. “Eso nos salvó también”.

A pesar del shock, el piloto recordó que había notificado a un colega antes del incidente: “Le dije que el avión me fallaba, que me estaba yendo hacia la izquierda unas 60 millas. Iba a buscar una pampa para intentar llegar. Lo único que hice fue salvar mi vida y la de los que iban conmigo”.

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Ver pasar avionetas sin que los vieran fue desesperante. “Hacíamos señales con poleras y sábanas, pero no nos veían. Nuestra familia, seguro pensaba que estábamos muertos. Nosotros vivos… era una mezcla de sentimientos”.

Finalmente, cuando ya creían que no resistirían más, escucharon voces y vieron luces. “Tenía el único teléfono que sobrevivió al agua. Lo cuidé para no quedarme sin batería. Cuando vi a la gente, les hice señales. Me respondieron. Grité auxilio, les dije que había un niño. Y nos escucharon”.

“Una felicidad única por volver a ver a la familia. No hay palabras para describir lo que sentimos”, conncluyó.

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