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“Monstruo de los Andes”, mató a 350 niñas en Perú, Ecuador y Colombia

Una historia que eriza la piel, un hombre sin remordimientos y asesino de varias menores.

31/01/2022 12:16

Internacional

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Pedro Alonso López atemorizó entre los años 1969 y 1980 a los países de Perú, Ecuador y Colombia, fue conocido como el ‘Monstruo de los Andes’ por haber violado, torturado y asesinado a cerca de 350 niñas indígenas de esos países.

Pese a todos los crímenes cometidos, este fue condenado a 16 años de prisión en Ecuador, de los cuales cumplió 14. Posteriormente fue internado en un centro psiquiátrico por cuatro años en Colombia, donde lo declararon “sano” en 1998 y lo dejaron en libertad.

En 2002, la Interpol pidió su detención por sospecha de un reciente asesinato y desde entonces se encuentra desaparecido. Su madre, Benilda López Castañeda, a quien fue la última que vio por última vez, asegura que todavía está vivo.

El ‘Monstruo de los Andes’ confesó haber violado y asesinado a unas 350 niñas. Los investigadores calculan que en su mayor momento de criminalidad llegó a matar a tres víctimas por semana.

HISTORIA

Nacido en el seno de una familia pobre en Colombia, López fue el séptimo de 13 hijos. Su padre falleció en medio de la guerra civil en 1948, mientras que su madre se dedicaba a la prostitución. Estuvo en prisión durante algunos años y gran parte de su vida se vio marcada por los abusos, las drogas y la criminalidad.

En 1971, cuando cumplió 23 años recorrió Colombia, Ecuador y Perú, durante su viaje captó a sus víctimas, niñas de entre 8 y 13 años, pero el dato más escalofriante es el de la ciudad de Ayacucho, donde asesinó aproximadamente 100 menores indígenas.

El modus operandi que empleaba era atraerlas con algún regalo y posteriormente abusar sexualmente de ellas mientras las estrangulaba. Según confesó a los investigadores, tenía como objetivo las niñas de poblaciones menos favorecidas debido a que era más fácil burlar a las autoridades y a sus padres.

“A menudo seguí a familias de turistas con el deseo de llevarme a sus hermosas hijas rubias. Pero nunca tuve la oportunidad. Sus padres vigilaban demasiado”, declaró en una oportunidad.

Su sangriento legado en Ayacucho culminó luego de que un grupo de pobladores lo siguieran y lo descubrieran a punto de llevarse a una menor. López fue atado y enterrado vivo como castigo. Sin embargo, una misionera estadounidense lo encontró y lo liberó con la promesa de entregarlo a las autoridades.

Este asesino serial intentó justificar sus agresiones por la dura vida que llevó cuando niño. “Perdí mi inocencia a la edad de ocho años, así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera”, atribuyó.

Según el asesino confeso, Benilda, su madre, ejercía la prostitución en su propia casa, fue echado de su casa a los 8 años, cuando fue sorprendido intentado abusar de su hermana menor.

En las calles de Bogotá un hombre aparentemente caritativo se le acercó para brindarle hogar y alimento, pero terminó sodomizándolo más de una vez y abandonándolo. Pasaron años y nuevamente regresó a las calles a los 12 años, tras presuntamente escapar de un abuso sexual por parte de un profesor.

Después López los dedicó al robo y a delitos menores que lo llevaban constantemente a detenciones con la Policía. Ya de adulto se convirtió en un hábil ladrón de autos. Pese a ello fue a parar a la cárcel en 1969, cuando cumplió 21 años.

Una vez en prisión, Pedro volvió a recordar los fantasmas del pasado. Unos reclusos lo sometieron y abusaron sexualmente de él. Sin embargo, esta vez no dejó el asunto en nada y buscó un cuchillo para degollarlos.

BUSCADO

Pedro Alonso López fue deportado después a su país de origen, Colombia, donde se le declaró inimputable por sus actos. Ahí fue internado en un centro de psiquiatría por cuatro años. Salió bajo fianza en 1998, con la obligación de seguir un tratamiento psicológico y presentarse ante la justicia una vez al mes, esto jamás ocurrió.

En 2002, la Interpol emitió una orden de captura contra López debido al asesinato de una menor con técnicas empleadas similares al modus operandi del asesino.

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