Bajista de Black Sabbath revela que vio a un "frágil" Ozzy Osbourne en su último concierto

El mundo del rock sigue lamentando la partida de la leyenda Ozzy Osbourne, quien falleció el 22 de julio a los 71 años tras una larga batalla contra la enfermedad de Parkinson. Semanas antes, el 5 de julio, Osbourne subió al escenario de Villa Park, Birmingham, para la última presentación de Black Sabbath, un concierto que, según su compañero de banda Geezer Butler, reveló la "fragilidad" del "Príncipe de la Oscuridad".

En un emotivo ensayo publicado en The Sunday Times el domingo 27 de julio, el bajista Geezer Butler, de 76 años, compartió detalles desgarradores sobre los últimos ensayos y el concierto final. "Sabía que no estaba bien de salud, pero no estaba preparado para ver lo frágil que estaba", escribió Butler sobre el momento en que Ozzy se unió a los ensayos.

Butler relató que Osbourne necesitó la ayuda de "dos ayudantes y una enfermera" para entrar a la sala de ensayo y que usaba un bastón "negro y adornado con oro y piedras preciosas". "Realmente no dijo mucho más allá de los saludos habituales y cuando cantaba, lo hacía sentado en una silla", añadió.

Los ensayos, que comenzaron un mes antes del concierto, vieron a Butler, Tony Iommi y Bill Ward repasando siete canciones antes de la llegada de Ozzy. Sin embargo, la salud de Osbourne era evidente. "Repasamos las canciones, pero notamos que se agotaba después de seis o siete canciones", comentó Butler. "Charlamos un rato, pero estaba muy callado en comparación con el Ozzy de antes".

A pesar de su visible deterioro, la determinación de Osbourne de actuar una última vez para sus fans era inquebrantable. El guitarrista Tony Iommi, de 77 años, expresó a ITV News su convicción de que Ozzy "aguantó para hacer ese concierto". "Geezer y yo hablamos de esto anoche: creemos que aguantó para hacerlo, y justo después de eso, lo hizo y se despidió de los fans, y ahí acabó todo, realmente", dijo Iommi el 23 de julio.

El concierto, que duró diez horas y contó con la participación de figuras como Metallica, Guns N’ Roses y Steven Tyler, culminó con la actuación de Black Sabbath. Ozzy fue elevado al escenario en un trono negro adornado con calaveras y un murciélago, interpretando éxitos como "Crazy Train" y "Mama I’m Coming Home" mientras permanecía sentado. "No tienen idea de cómo me siento", dijo Osbourne a la multitud. "Gracias desde el fondo de mi corazón".

Butler describió el final del espectáculo como la "parte más extraña". "Normalmente, todos nos abrazaríamos y haríamos una reverencia al público", escribió. "Pero Ozzy estaba en su trono y no lo habíamos pensado. ¿Qué hacemos? Tony le dio la mano, yo le presenté un pastel, pero fue una sensación muy extraña terminar nuestra historia así".

Aunque lamenta no haber tenido más tiempo a solas con Ozzy entre bastidores, Butler se siente "muy agradecido" de que Black Sabbath pudiera presentarse por última vez en su ciudad natal. "Nadie sabía que se iría de nosotros poco más de dos semanas después del último show", reflexionó. "Pero estoy muy agradecido de que hayamos podido tocar una última vez juntos frente a sus queridos fans".

Ozzy Osbourne, un "animador nato" y el "Príncipe de la Risa" para Butler, deja un legado imborrable en la música. Su lucha contra la enfermedad de Parkinson y su deseo de seguir creando hasta el final fueron una fuente de inspiración. "La supervivencia es mi legado", dijo Osbourne a People magazine años antes de su muerte. "Tengo 73 años. La gente dice: ‘Bueno, tienes 70… ¿por qué no tiras la toalla?’. ¿Por qué debería hacerlo? La gente todavía quiere comprar mis discos. La gente todavía quiere verme, ¿por qué debería hacerlo? Me motiva a levantarme y hacer algo".

Ozzy Osbourne deja un vacío inmenso en el rock and roll. Le sobreviven su esposa Sharon; sus hijas Kelly y Aimee; su hijo Jack; y de su primer matrimonio, su hija Jessica y sus hijos Elliot y Louis.