Este enjuague bucal fue desarrollado por 29 estudiantes que pertenecen a las carreras: Bioquímica y Farmacia, Odontología y Enfermería, todas ellas de la misma Unifranz.
21/10/2025 12:28
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Un grupo de jóvenes estudiantes de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, desarrollaron un enjuague bucal artesanal especial para el cuidado de la salud bucodental con buen aroma y sabor. El nombre del producto artesanal es Clamentol, un enjuague oral elaborado a base de clavo de olor y menta, capaz de ofrecer frescura mientras combate bacterias dañinas.
“El proyecto fue elaborar un enjuague oral a base de clavo de olor y menta, además de probar su eficacia en la salud bucodental de estudiantes de la Unifranz”, explica María del Rosario Córdova, docente de la carrera de Odontología, quien a la vez condujo el proyecto en la materia de microbiología y parasitología.
Este enjuague bucal fue desarrollado por 29 estudiantes que pertenecen a las carreras: Bioquímica y Farmacia, Odontología y Enfermería, todas ellas de la misma Unifranz. El proyecto estuvo a cargo de la docente Vanesa Rocha, quién orientó la parte farmacológica; desde Bioquímica y Farmacia, Joseline Banegas lideró la evaluación microbiológica in vitro; y en Odontología, Córdova condujo las respectivas pruebas..
Los resultados obtenidos demostraron un importante efecto antimicrobiano y mejoras visibles en la salud oral.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda integrar el enjuague bucal como complemento al cepillado y uso de hilo dental en la rutina de higiene oral, especialmente después de las comidas.
Un estudio in vitro publicado en la Revista Iberoamericana de Micología en 2020 evaluó la actividad antifúngica de los enjuagues bucales en general y encontró la capacidad de inhibición frente a Candida albicans y Rhodotorula mucilaginosa, levaduras patógenas frecuentes en pacientes que tiene un sistema inmunitario debilitado.
Para crear Clamentol, los estudiantes realizaron una extracción alcohólica por maceración de los componentes denominados principios activos del clavo de olor y la menta. Luego, el producto fue preparado y envasado en frascos de 100 mililitros para las pruebas.
Las evaluaciones se desarrollaron en dos fases: Una de ellas es In vitro: donde se determinó la acción antimicrobiana frente a bacterias patógenas orales mediante la técnica de difusión en agar, que es un método de laboratorio que se usa para evaluar la actividad de sustancias antimicrobianas o para identificar anticuerpos.
En la fase In vivo: la participación de 29 estudiantes fue muy importante para comprobar la eficacia del producto artesanal. El grupo fue dividido en tres: placebo, que recibió agua con colorante, el de control positivo que recibió un enjuague comercial y finalmente el experimental, quienes sí recibieron Clamentol.
Los hallazgos superaron las expectativas. Clamentol mostró una actividad antimicrobiana superior frente a Streptococcus pyogenes y otras bacterias de la microbiota oral. Además, disminuyó los niveles de gingivitis y halitosis.
“En todos los participantes que usaron Clamentol hubo una reducción en el sangrado de encías, mientras que en el grupo placebo no se observaron mejoras”, detalla Córdova.
Naturaleza al servicio de la salud
El diseño del producto se basó en las propiedades de sus componentes. El clavo de olor es conocido por su acción antibacteriana, antiinflamatoria y analgésica, mientras que la menta aporta frescura y un efecto calmante y antiinflamatorio.
“Existen investigaciones que respaldan la acción del clavo de olor contra bacterias productoras de caries, gingivitis y periodontitis. Nosotros quisimos comprobarlo y potenciarlo con la menta”, afirma la académica.
El impacto del proyecto trascendió las aulas. En el segundo semestre de 2024, el equipo llevó la iniciativa a la Unidad Educativa Paulo Freire II, donde prepararon 50 litros del enjuague para un programa piloto. Los resultados fueron alentadores: se redujo notablemente la placa dental y el producto fue muy bien recibido por los estudiantes y sus familias.
Un modelo de aprendizaje práctico
Más allá de los logros científicos, Córdova destaca el valor educativo del proceso: “Profesionales teóricos hay muchos, pero en Unifranz formamos a través de la práctica, el trabajo de campo y la interacción con la población. El aprendizaje se consolida cuando el estudiante vive la experiencia”.
El proyecto también sirvió para fomentar el trabajo interdisciplinario, clave en la formación moderna. “En nuestro país hay un enorme potencial de recursos naturales y talento humano. Lo que falta es fomentar más actividades que reten a estudiantes y docentes a mostrar lo que son capaces de hacer”, reflexiona la académica.
Innovar para sonreír
Aunque Clamentol aún se encuentra en fase experimental, sus resultados abren posibilidades de producción a mayor escala. Su origen natural, eficacia comprobada y buena aceptación lo posicionan como una alternativa prometedora para el cuidado diario de la salud bucal.
Para Córdova, la enseñanza que deja esta experiencia es profunda: “La ciencia no está solo en los laboratorios. Está en las manos de estudiantes que se atreven a innovar y en las comunidades que se benefician de esos esfuerzos”.
Clamentol representa más que un enjuague bucal: es la prueba de que el conocimiento, la colaboración y el compromiso social pueden generar soluciones reales para el bienestar de las personas, una sonrisa a la vez.
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