Irán, clasificado al Mundial 2026, en el centro de la tensión bélica con EE.UU.

Cuando falta exactamente un año para que ruede el balón en el Mundial de 2026, la cita máxima del fútbol enfrenta un desafío fuera de las canchas: la creciente tensión entre Estados Unidos e Irán. El conflicto geopolítico entre ambos países ha encendido las alarmas, especialmente por el posible cruce entre sus selecciones y las dificultades logísticas que podría implicar la presencia del conjunto iraní en territorio norteamericano.

Estados Unidos será el anfitrión principal del torneo, que también se jugará en México y Canadá. Mientras tanto, Irán ya aseguró su clasificación desde marzo, liderando su grupo en las eliminatorias asiáticas con 23 puntos en 10 partidos. A pesar de su buen rendimiento deportivo, su participación ha sido objeto de debate desde que el gobierno de Donald Trump incluyó al país en una lista de naciones restringidas, limitando la emisión de visas a sus ciudadanos.

Aunque estas restricciones no afectan directamente a jugadores ni al cuerpo técnico, sí podrían impedir el ingreso de hinchas iraníes que no cuenten con doble nacionalidad. Con el actual contexto bélico, la situación podría agravarse y derivar en decisiones más severas por parte del gobierno estadounidense.

Hasta ahora, la FIFA no ha emitido un comunicado oficial sobre el futuro de Irán en el Mundial, pero versiones indican que se evalúan alternativas para evitar una crisis diplomática. Una de las más viables sería que el 'Team Melli' dispute todos sus encuentros en México o Canadá y se le asigne un grupo lejos de sedes estadounidenses.

El Mundial 2026 está previsto del 11 de junio al 19 de julio, pero antes del silbatazo inicial, ya enfrenta su primer desafío global. La pelota aún no rueda, pero las tensiones ya están en juego.