inflamación de la membrana pleura que recubre los pulmones y cuando sufre alteraciones su principal síntoma es el dolor
15/11/2019 21:00
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La pleuritis o pleuresía es una inflamación de la membrana torácica conocida como pleura. Ésta es un tejido delgado que recubre los pulmones y los separa de la pared torácica. En realidad, la pleura tiene dos partes; una de ellas está adherida al pulmón y la otra a la pared del tórax.
Entre las dos láminas de la pleura hay un espacio diminuto. A este espacio se le conoce como virtual porque no existe ni se hace evidente, a menos que algo lo ocupe. El aire puede ocupar ese espacio, constituyendo un neumotórax. Asimismo, lo puede hacer una sustancia líquida, constituyendo un derrame pleural.
No es infrecuente que la pleuritis se asocie a derrame pleural. Cuando la pleura está inflamada puede producir líquido inflamatorio que se deposita en el espacio pleural. Esto indica que diferentes trastornos de la pleura pueden responder a una misma causa.
El signo característico de la pleuritis es el dolor torácico. En general, se trata de un dolor intenso pero intermitente, que se exacerba al toser o al realizar inspiraciones profundas. Junto al dolor aparece la disnea. Se denomina disnea a la falta de aire percibida por el paciente, ya sea en la inhalación o en la exhalación. Como en un círculo vicioso, puede suceder que el sobreesfuerzo para respirar empeore el dolor torácico. Otra sintomatología dependerá de la causa que origine la pleuritis.
Si la pleuritis se acompaña de derrame pleural el dolor característico variará un poco. El líquido acumulado en el derrame incrementa el dolor en determinadas posturas y posiciones del cuerpo. También se hace más evidente la disnea por la presión del derrame sobre el pulmón.
El tratamiento de la pleuritis dependerá en gran medida de la causa que la originó. Recordemos que no es una enfermedad con entidad en sí misma, sino que más bien es una situación derivada de otra patología. El dolor de la pleuritis se maneja con antiinflamatorios, independientemente de la causa original. Un fármaco de uso habitual para el manejo del dolor es el ibuprofeno. En casos más graves, se puede recurrir a morfínicos y sus derivados.
Cuando el dolor está incrementado por la tos, se evalúa el uso de antitusivos. De todas maneras, no siempre son recomendables porque la tos es un mecanismo de defensa que utiliza el organismo en pos de solucionar una situación atípica. Para las infecciones el tratamiento será el antimicrobiano que funcione contra el agente invasor. Hay protocolos de neumonía, de infección micótica y de cuadros gripales que determinan qué pasos tomar en cada etapa.
Si se asocia derrame pleural a la pleuritis el médico evaluará la necesidad de practicar un drenaje. El líquido contenido en la pleura se puede extraer al exterior con determinados procedimientos. No todos los derrames requieren ser drenados. La existencia de una pleuritis obliga siempre a encontrar la causa. Los profesionales de la salud solicitarán los métodos complementarios que consideren adecuados para llegar a un diagnóstico. Una vez establecida la causa, se puede ejecutar un tratamiento que resuelva la situación de fondo.
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