Cada día se suman voces en el mundo para pedir respuestas y pronta ayuda ante la crisis de la Amazonía
07/09/2020 15:10
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Una pequeña tití de Rondon, llamada Xita, con tristes ojos marrones, abraza a su recién nacido con fuerza. Ambos luchan por sus vidas. Los veterinarios de la clínica Clinidog en la ciudad amazónica de Porto Velho creen que la madre y su cría fueron atropellados por un automóvil mientras huían de los incendios que asolaban la selva tropical más grande del mundo.
Las criaturas del Amazonas, uno de los hábitats con mayor biodiversidad de la tierra, enfrentan una amenaza cada vez mayor por el creciente avance de madereros y granjeros en la selva.
En la estación seca, ganaderos y especuladores de tierras prenden fuego para limpiar los bosques y las llamas pueden salirse de control, avivadas por los vientos y el follaje seco. Animales débiles y moribundos llegan a la clínica de Tiburcio donde cuatro voluntarios trabajan incansablemente para salvarlos.
Un trabajador de la policía estatal lamenta que el respeto humano por la naturaleza es cada vez menor. El equipo diagnostica a Xita con una lesión cerebral traumática. Está envuelta y alimentada, y su condición mejora lentamente, pero su bebé no sobrevive.
Un oso hormiguero hembra llega con una pata rota tras un encuentro con un puercoespín feroz. A la paciente se la encontró escondida en un garaje y los veterinarios creen que podría haber estado huyendo de los incendios, ya que los osos hormigueros rara vez aparecen en la ciudad.
La fractura requirió cirugía. Mientras estaba anestesiada, el animal sacó su lengua gigante, lo que le valió el apodo cariñoso de Linguaruda, o lengua larga. Después de la cirugía, uno de los veterinarios se llevó a Linguaruda a casa para vigilar de cerca su recuperación. En un momento, se subió al lavabo del baño para descansar.
Linguaruda fue liberada cerca de un sendero de la selva, donde trepó con entusiasmo entre los árboles una vez más.
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