El DT destacó el rendimiento reciente ante Oriente Petrolero, pese a bajas importantes como la de Nicolás, lesionado tras una falta no sancionada en el duelo con Always Ready.
25/11/2025 7:20
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En una extensa y sincera conversación, el director técnico de Wilstermann, Humberto Viviani, abrió el corazón para hablar del complicado presente del club, de la lucha por evitar el descenso indirecto y de un episodio que lo dejó dolido en pleno aniversario de la institución.
Viviani, que asumió el mando del “Aviador” en uno de sus momentos más críticos, recordó que su llegada se dio casi por obligación moral: “Vivo en Cochabamba, aquí está mi hogar, mi familia. Cuando me vine de Tomayapo hablamos de habilitaciones, de un cambio pero no se dio. Igual me dijeron: ‘Ahí está el equipo, agárralo’. Y lo asumí”, relató.
Hoy, en un Wilstermann golpeado en lo deportivo y en lo institucional, Viviani admite que el desafío sigue siendo enorme: “Lo complicado es todo lo que arrastra Wilstermann por dentro. Pero aquí estamos, poniéndole el hombro para salir de esta situación”.
A falta de cinco fechas, el técnico mantiene la fe: “No es descabellado pensar en salvar el indirecto. Dependemos de ABB y de ganar nuestros partidos. Cuando hay presión, arriba o abajo, se siente igual”.
El DT destacó el rendimiento reciente ante Oriente Petrolero, pese a bajas importantes como la de Nicolás, lesionado tras una falta no sancionada en el duelo con Always Ready.
En el día del aniversario de Wilstermann, Viviani entrenó con normalidad junto al equipo, pero un detalle le generó malestar: “Hoy hubo una misa y no tuve invitación. Ni del director deportivo, ni del gerente. Me sentí relegado, como si el cuerpo técnico no contara”, confesó.
Aseguró que este tipo de actos deberían incluir a todos los que sostienen al club desde adentro: “Los utileros, los cancheros, el cuerpo médico nadie los ve, pero sin ellos la cancha no está bien, los uniformes no están limpios. Son gente que también necesita la bendición de Dios”.
Pese a la crisis, Viviani reconoce el apoyo en las calles: “La gente no tiene por qué agradecer, es nuestro trabajo. Pero sí se acercan, felicitan. Wilstermann es distinto a todos los clubes que dirigí”.
La charla tomó un giro emotivo cuando habló de Sebastián, su hijo, figura en Aurora en los últimos meses. “Uno conoce a sus hijos. Siempre trabajé su cabeza, lo mantuve con psicólogo, coaching, nutrición. Lo más importante era que no se caiga cuando no le daban oportunidades”.
Sobre la posibilidad de que vuelva a Bolívar, fue tajante: “Espero que Bolívar no lo llame todavía. Allí siempre traen jugadores de jerarquía. No es que él no pueda competir, pero todavía no es la solución para un equipo que exige resultados inmediatos”. Incluso reveló un dilema emocional: “Si me hace un gol en un clásico, no lo voy a festejar por respeto a Wilstermann… pero por dentro es mi hijo. Igual me va a molestar si es un error nuestro o una virtud de él”.
Viviani también se refirió a los cuestionados arbitrajes en Bolivia: “El VAR entró para ayudarlos, pero en cámara lenta siempre parece falta, penal o roja. Los árbitros deben interpretar mejor para evitar susceptibilidades”.
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