El envase de bioplástico elaborado corresponde a un prototipo desarrollado de manera artesanal por los futuros bioquímicos.
20/08/2025 12:01
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Un grupo de estudiantes ha desarrollado un prototipo de envases sostenibles como alternativa a los envases de plástico. Motivados por la búsqueda de soluciones amigables con el medio ambiente, lograron obtener un material biodegradable, resistente y que no deja residuos después de que los usuarios deciden desecharlo. De esta manera, demuestran que la ciencia, junto con la iniciativa juvenil, puede aportar significativamente en la lucha contra la contaminación.
Tania Alvarez, Daniel Copa, Katia Gomez, Imanol Llusco, Mauricio Rios, Natalia Zegarra, Daniel Zapana y Caren Quispe son parte del equipo desarrollador del bioplástico. Todos estudian la carrera de Bioquímica y Farmacia en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz).
“Nuestro proyecto está centrado en la elaboración de un bioplástico. Lo que buscamos con esto es crear una alternativa sostenible al plástico, que sea capaz de degradarse en un menor tiempo en comparación con el plástico que conocemos”, explica Daniel.
El envase de bioplástico elaborado corresponde a un prototipo desarrollado de manera artesanal por los futuros bioquímicos. Este material ecológico ha sido formulado utilizando ingredientes de origen natural, siendo la avena molida uno de los componentes principales. La elección de este insumo responde a sus propiedades biodegradables, su bajo impacto ambiental y, además, su utilidad en rutinas de aseo personal, lo que convierte al prototipo en una alternativa sostenible frente a los plásticos convencionales.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los microplásticos están presentes en el agua potable y los alimentos, con posibles riesgos para la salud humana, como inflamación y toxicidad por acumulación de químicos. Por su parte, la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, estimó que una persona promedio ingiere aproximadamente 5 gramos de plástico por semana (equivalente a una tarjeta de crédito), provenientes de alimentos y bebidas contaminadas.
Según la Secretaría Municipal de Gestión Ambiental de La Paz, cada día se desechan entre 30 y 50 toneladas de plástico, incluyendo bolsas plásticas. Esta cantidad diaria representa un grave problema, ya que el plástico tarda entre 500 y 800 años en degradarse, generando un gran daño ambiental. “Como sabemos, la Tierra poco a poco se está cansando de ser contaminada y produce menos alimentos. Con esto (el bioplástico), buscamos reducir el impacto ambiental”, destaca Daniel.
El proceso de desarrollo de esta propuesta comenzó con una investigación sobre los efectos nocivos del plástico y la necesidad urgente de encontrar sustitutos más sostenibles. Tras revisar bibliografía y experimentar con distintos ingredientes, los estudiantes descubrieron que la combinación de avena y otros aditivos naturales, como la miel, podía generar una lámina inicialmente maleable y durable, capaz de degradarse en un corto periodo de tiempo sin dejar residuos tóxicos.
“Nosotros hemos tenido como ideas principales dos bioplásticos. El que tenemos aquí es de avena molida, que hemos mezclado con cera de abeja, glicerina y otros componentes. Hemos logrado que la mezcla sea homogénea y así elaboramos estos envases, que luego colocamos en moldes. Este ha sido el resultado final”, explica Caren.
La avena aporta al bioplástico su estructura básica gracias al almidón que contiene, mientras que la cera actúa como plastificante natural, y los otros componentes brindan elasticidad y resistencia. La forma de los envases es rústica y de color café. El aroma que desprenden es suave, y actualmente los prototipos contienen un ungüento especial y natural para tratar afecciones respiratorias. La composición no tóxica de los envases los convierte en una opción segura para usos domésticos.
Más allá del logro técnico, este proyecto tiene un fuerte valor educativo y social. Los estudiantes no sólo aplicaron conocimientos de química, sino que también trabajaron en equipo, resolvieron problemas y desarrollaron habilidades de comunicación al presentar su innovación para darla a conocer.
“En la elaboración del bioplástico, lo que más nos costó fue darle forma al envase. Fue el mayor problema, pero con ideas y aportes del grupo logramos utilizar algunos moldes de acetato y llegamos a esta forma, que es la final”, explica la joven universitaria.
Si bien aún falta perfeccionar su diseño rústico, este avance abre la puerta a nuevos enfoques de mejora e investigación, así como la posibilidad de que un día materiales como el bioplástico reemplacen masivamente a los plásticos que hoy dañan nuestros ecosistemas.
“Me siento muy contenta, porque hemos pasado por varias dificultades y, pese a ello, logramos obtener un buen producto. Como les había comentado, no solo es útil el contenido del envase, que puede ser sólido; también podemos utilizar el envase como un exfoliante. Por eso estoy muy contenta con el resultado que hemos obtenido”, concluye Caren.
Con proyectos estudiantiles como este, se reafirma que la educación práctica y la ciencia creativa son herramientas poderosas para construir un futuro más limpio, responsable y consciente con el planeta.
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