La camioneta cayó por el acantilado a más de 115 kilómetros por hora, impactando violentamente contra las rocas antes de sumergirse en las aguas del Pacífico.
17/08/2024 9:05
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San Diego fue escenario de una tragedia que parecía sacada de una pesadilla la madrugada del 13 de junio de 2020. Robert Brians, un hombre de 51 años, cegado por la desesperación y el dolor de una tormentosa separación, tomó la decisión más aterradora de su vida: conducir su camioneta hacia un acantilado con sus hijas gemelas de dos años, Hailey y Aubrey, en el asiento delantero. Su objetivo, según revelaron posteriormente las autoridades, era acabar con las vidas de sus pequeñas y la suya.
Todo comenzó cuando Brians, bajo el pretexto de una visita supervisada, recogió a sus hijas de la casa de los abuelos paternos. En lugar de regresar a casa, comenzó a conducir sin rumbo fijo, mientras sus hijas dormían, ajenas al peligro que las acechaba. Durante esas horas, su determinación crecía, alimentada por el dolor y la ira que lo consumían.
La madre de las niñas, Jenna Brians, al notar que su esposo no regresaba, comenzó a preocuparse. Esa preocupación se transformó en terror cuando recibió una serie de mensajes de texto perturbadores: “Las niñas van al Cielo, y yo al Infierno a esperarte”, escribió Brians. Aterrada, Jenna alertó a las autoridades, quienes comenzaron una frenética búsqueda.
El destino elegido por Brians fue Sunset Cliffs, un lugar conocido por su belleza, pero que esa madrugada se convirtió en el escenario de una tragedia inminente. Con el sol apenas asomando, Brians dirigió su camioneta hacia el borde del acantilado. Los oficiales, alertados por Jenna, lograron rastrear su ubicación, pero llegaron solo a tiempo para presenciar cómo el vehículo se precipitaba al vacío.
Wiese encontró a Brians aferrado a sus hijas en el agua. Una de las niñas lloraba, mientras que la otra parecía estar al borde de la inconsciencia. Con gran esfuerzo, Wiese logró llevarlos a la orilla. Las niñas, aunque gravemente heridas, sobrevivieron. Una de ellas sufrió un sangrado cerebral y fracturas en la columna vertebral, pero ambas se recuperaron milagrosamente.
Hailey y Aubrey sobrevivieron, pero las cicatrices de aquel día perdurarán. La comunidad se ha unido para apoyarlas, pero el camino hacia la recuperación será largo. Mientras tanto, Brians pasará el resto de su vida enfrentando las consecuencias de sus acciones en una celda, lejos de las hijas a las que intentó arrebatarles la vida.
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