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Cambio de Mando y Bolsillo Vacío: El Consumidor Boliviano, Entre la Esperanza de Paz y el Muro de la Inflación

La inflación, el tipo de cambio paralelo y la escasez limitan el consumo pese al nuevo escenario político en Bolivia. El ciudadano busca estabilidad real, más allá del discurso.

24/11/2025 20:12

Foto: IMER Noticias, México.

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La llegada de Rodrigo Paz a la presidencia de Bolivia marca un punto de inflexión en el ánimo colectivo. Tras décadas de un mismo régimen, se abre una ventana de expectativa de cambio y nuevo rumbo. Sin embargo, este optimismo inicial choca de frente con un complejo contexto económico: una inflación acumulada que supera el 22% anual,  la persistente volatilidad del mercado de divisas paralelo y la escasez de combustibles. En este escenario de esperanza y cautela, las expectativas del consumidor boliviano se perfilan en cinco aristas interconectadas:

Primero, El Factor Psicológico del Contexto Político; El relevo presidencial ocurre en un momento de fuerte desgaste del régimen anterior. El discurso de Paz —enfocado en el cambio, la apertura y la moderación— genera un efecto de "renovación" en el consumidor medio, que ve cómo su salario cada vez rinde menos. Esta percepción de voluntad de cambio puede disparar una disposición inicial a gastar o invertir moderadamente. No obstante, es una espada de doble filo: si las expectativas no se cumplen con rapidez, la frustración y la desconfianza acumuladas neutralizarán cualquier impulso positivo.

Segundo, La Inflación como Freno Real al Consumo; El principal obstáculo no es político, sino económico y tangible: la inflación. Con un acumulado a octubre 2025 que ronda el 19,2%, el poder adquisitivo de las familias se viene erosionando dramáticamente. Los alimentos y los insumos básicos suben, pero los ingresos no lo hacen al mismo ritmo, o permanecen congelados. Esto impone dos prioridades claras al consumidor: conservar valor (ahorrar, reducir gastos discrecionales, postergar compras) y, simultáneamente, captar oportunidades de mejora. Un nuevo gobierno puede generar impulso, pero si la inflación no se modera, este rápidamente se debilitará.

Tercero, El Tipo de Cambio Paralelo como Barómetro de Confianza; El mercado paralelo del dólar es un indicador clave de la confianza en la moneda local y en la disponibilidad de divisas. Pese al anclaje del tipo oficial en Bs6,96 desde noviembre 2011, hoy la brecha cambiaria sigue siendo significativa. Aunque recientemente el dólar paralelo ha mostrado una caída por debajo de Bs10 (acercándose a niveles más bajos desde fines de 2024), sugiriendo una mejora de las expectativas, la estabilidad y la previsibilidad de la cotización son más relevantes que el monto en sí. Un dólar paralelo descendente sí puede disparar una leve mejora en el ánimo de consumo, al reducir el riesgo de desabastecimiento de bienes importados.

Cuarto, Lo que Espera el Consumidor Boliviano; La síntesis de las expectativas es clara:

  • Estabilidad y moderación de precios: Frenar o hacer más previsible la subida de la inflación.

  • Acceso seguro a bienes importados: Un tipo de cambio paralelo controlado que reduzca el riesgo de desabastecimiento.

  • Credibilidad macroeconómica: Señales de transparencia, lucha contra la escasez de combustible y un marco macroeconómico coherente, con nueva disciplina fiscal y monetaria.

 

Si el consumidor percibe que el Gobierno actúa con coherencia y que los indicadores clave se estabilizarán, estará más dispuesto a realizar compras de mayor envergadura y a planificar. La experiencia pasada, sin embargo, genera una fuerte precaución ante promesas incumplidas.

Quinto, Los Riesgos Latentes; Pese al optimismo moderado, varios factores podrían empañar rápidamente las expectativas: la persistencia de la inflación por encima de lo esperado, la lentitud o mala comunicación de reformas estructurales, y la continuidad de la brecha cambiaria que, mientras exista, deja espacio para nuevos saltos sean especulativos o por refugio de valor. Dada la alta dependencia de Bolivia de insumos externos, cualquier shock global (geopolítico o de commodities) también representa un riesgo significativo.

Finalmente, a manera de Conclusión y ante la Sombra del Downtrading; El consumidor boliviano entra en esta coyuntura con una mezcla de esperanza y escepticismo. La presidencia de Rodrigo Paz abre una ventana de oportunidad para la mejora política y el alivio en el mercado paralelo, pero esta ventana se cierra rápidamente si los precios no se estabilizan o si la brecha cambiaria vuelve a ampliarse. En última instancia, el impulso del consumo solo se materializará si los indicadores macroeconómicos (inflación, tipo de cambio, abastecimiento, déficit fiscal) se corrigen de forma creíble. Si el dinero del consumidor comienza a rendir más, el consumo repuntará.

Sin embargo, ante el escenario más probable, al menos de corto plazo, de inflación persistente y salarios efectivamente congelados (al no subir al ritmo de los precios), la probabilidad de que el consumidor realice downtrading es extremadamente alta, es decir; adoptar la estrategia de pasar de marcas premium a marcas de menor costo, o de productos de mayor valor a productos básicos. Si el poder adquisitivo sigue erosionándose, la elección será entre comprar la versión más económica disponible o simplemente no adquirir el producto. Este fenómeno se sentirá particularmente en bienes durables y alimentos, limitando el consumo a la estricta subsistencia y a la maximización de cada centavo en el bolsillo, independientemente de la señal política. La cautela se impondrá nuevamente, y el downtrading se convertirá en la principal táctica de defensa del consumidor boliviano.

 

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