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Desafíos estructurales del emprendimiento en Bolivia y la urgencia de fortalecer la formalidad

Emprender en Bolivia implica navegar un ecosistema complejo, donde la iniciativa personal se enfrenta a desafíos estructurales que condicionan su desarrollo.

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En un país marcado por altos niveles de informalidad, barreras de acceso al mercado y falta de incentivos reales, el crecimiento de los nuevos emprendimientos depende tanto de políticas públicas efectivas como de un compromiso del sector privado con la formalidad.

Emprender en Bolivia implica navegar un ecosistema complejo, donde la iniciativa personal se enfrenta a desafíos estructurales que condicionan su desarrollo. Aunque el país cuenta con talento, creatividad y una creciente cultura emprendedora, estos esfuerzos a menudo chocan con un mercado donde la informalidad sigue siendo uno de los factores más determinantes y limitantes para quienes buscan crecer de manera ordenada.

La informalidad genera una competencia profundamente desigual. Las empresas formales deben cumplir con obligaciones tributarias, laborales, administrativas y regulatorias que elevan sus costos y exigen un mayor nivel de gestión. En contraste, una parte significativa del mercado opera al margen de estas reglas, lo que les permite ofrecer precios considerablemente más bajos. Esta brecha no solo desincentiva la formalización, sino que castiga a quienes sí apuestan por cumplir la normativa, debilitando el tejido empresarial formal del país.

A esta desigualdad se suma un reto adicional: el limitado acceso al mercado formal. Muchos emprendimientos nuevos se encuentran con barreras casi infranqueables para llegar a empresas consolidadas, que suelen priorizar proveedores con trayectoria o referencias previas. Sin esa primera oportunidad, demostrar capacidad técnica, calidad o profesionalismo se vuelve extremadamente difícil. Se crea así un círculo vicioso: sin oportunidades no hay historial, y sin historial no hay oportunidades.

Para revertir esta tendencia, es fundamental que las empresas consolidadas —tanto públicas como privadas— generen espacios reales para proveedores emergentes. La incorporación de nuevos actores en las cadenas de valor, incluso mediante proyectos piloto o contrataciones iniciales, puede tener un impacto significativo en la diversificación y fortalecimiento del ecosistema productivo nacional.

Un nuevo gobierno, un momento clave para impulsar la formalidad

El reciente cambio de gobierno abre una ventana importante para revisar las políticas que afectan al sector empresarial. Bolivia necesita un marco normativo que haga más atractivo ser formal: trámites simplificados, procesos digitales, incentivos claros y una estructura tributaria que acompañe el crecimiento empresarial en vez de obstaculizarlo. La formalidad debe convertirse en un valor y en una ventaja competitiva, no en una carga que desaliente a los emprendedores.

Asimismo, es urgente fomentar una cultura empresarial en la que el cumplimiento tributario, laboral y regulatorio sea un estándar mínimo, no una excepción. La existencia de empresas “formales solo en el papel” distorsiona el mercado y afecta la credibilidad del sistema, perjudicando a quienes sí cumplen sus obligaciones y buscan competir de forma transparente.

Pero el sector privado también tiene responsabilidad. Elegir proveedores únicamente por el precio más bajo puede parecer eficiente, pero en la práctica fomenta la informalidad y debilita la transparencia. Apostar por empresas que cumplen la normativa no solo contribuye a un mercado más sano y competitivo, sino que también fortalece la recaudación tributaria y los aportes a la seguridad social, generando beneficios de largo plazo para los trabajadores, quienes contarán con una mejor renta al momento de su jubilación.

Hacia un ecosistema más equitativo y competitivo

Emprender en Bolivia no debería ser un acto de resistencia. Con políticas públicas orientadas a fortalecer la formalidad, mayor apertura del sector privado hacia nuevos proveedores y un compromiso colectivo con la transparencia, es posible construir un ecosistema empresarial más justo, dinámico y competitivo.

El talento existe, la capacidad existe. Lo que falta es un entorno que abra puertas, que premie la formalidad y que permita que los nuevos emprendimientos demuestren su verdadero potencial. Solo así podremos avanzar hacia un país donde emprender no sea un privilegio, sino una oportunidad real para todos.

Aviso Editorial de Red Uno - Los artículos que son publicados en nuestra sección Opinión dentro de reduno.com.bo, corresponden únicamente al criterio de sus autores y no son parte de la línea editorial de Red Uno.

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