Cómo la gestión en cultura mejora el desarrollo de la economía creativa

Es fundamental empezar a integrar la cultura en los modelos de desarrollo como un eje estratégico, no sólo como un complemento decorativo.

30/09/2025 14:39

Cómo la gestión en cultura mejora el desarrollo de la economía creativa
Bolivia

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La cultura suele verse únicamente como entretenimiento o expresión artística. Sin embargo, esta mirada limitada ha comenzado a cambiar. Hoy se reconoce que el ámbito cultural es una pieza clave para mejorar la calidad de vida, impulsar la economía y fortalecer el tejido social. No se trata solo de arte o folclore, sino de cómo las personas perciben, sienten y construyen su realidad. Y en esa construcción, la cultura se convierte en la base de todos los demás ámbitos del desarrollo.

Eve Gomez, vicerrectora de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, sostiene que  “La economía creativa es una mina de oro abierta para el talento de nuestros jóvenes y la oportunidad que genera la innovación”, explica en el III Foro Internacional de Economía Creativa.

Diversas experiencias han demostrado que desde lo cultural se pueden transformar sectores como la salud, la educación o la economía. Por ejemplo, la revalorización de la medicina tradicional ha sido una herramienta poderosa en comunidades que combinan saberes ancestrales con prácticas de salud moderna. A esto se suma la forma en que la cultura organiza el territorio, la relación con el medio ambiente y la manera de habitar el espacio. Todo esto tiene impacto directo en las políticas públicas.

“Es importante señalar de que se ha ido visibilizando que el ámbito cultural aporta a la mejora de las condiciones de vida, porque cuando hablamos de las culturas hablamos tanto de lo que tiene que ver cómo la gente ve, percibe, vive y siente su realidad y por ende es la base del resto de ámbitos económicos. ámbitos del desarrollo”, sostiene el gestor de cultura, Andrés Zaratti.

Pese a estos aportes, la cultura sigue siendo vista como un gasto. La falta de comprensión y visibilización de su verdadero rol dentro del desarrollo hace que muchas veces quede fuera de las prioridades del Estado. Aún predomina una visión reduccionista que la encierra en lo “artístico”, lo “recreativo” o lo “tradicional”, ignorando su enorme potencial como generadora de empleo, riqueza y cohesión social.

Es fundamental empezar a integrar la cultura en los modelos de desarrollo como un eje estratégico, no sólo como un complemento decorativo. Invertir en proyectos culturales puede tener impactos positivos en otras áreas: mejora del bienestar emocional, prevención de enfermedades, generación de empleo, revitalización de economías locales y fortalecimiento de la identidad comunitaria. Pero para eso, se necesitan políticas públicas claras, con recursos, normas e incentivos.

Según Zaratti, el rol del Estado no debe definir qué es o no es cultura, sino crear condiciones para que la ciudadanía pueda producir, circular y consumir cultura. Eso implica fomentar la infraestructura, los fondos concursables, los espacios de formación, y sobre todo, reconocer que las expresiones culturales no sólo tienen valor simbólico, sino también económico. Eventos como el Gran Poder, que movilizan millones de dólares, son prueba concreta de que la cultura genera riqueza.

“Hay que comprender que no es solamente producción de arte, sino es producción de riqueza económica, por eso también es uno de los elementos de la economía creativa.  Sobre todo es visibilizar su potencialidad. No es que las expresiones culturales y artísticas no generan actualmente recursos, plata o empleos, el problema es que el Estado las invisibiliza, no las mira, no las mide”, explica Zaratti.

Esta apreciación tiene que ver precisamente con la idea de: la cultura no es solo arte, es también un sector productivo que puede generar oportunidades sostenibles si se le da el lugar que merece. En este sentido, artistas, artesanos, gestores culturales y emprendedores creativos deben ser reconocidos como agentes económicos, además de su rol social y simbólico.

Hacer negocios desde la cultura no significa mercantilizar ni traicionar sus raíces. Significa darle valor, profesionalizar, y permitir que quienes la producen puedan vivir de su trabajo. Así como se paga por ver un partido de fútbol o un espectáculo musical, también debe haber disposición a pagar por arte, danza, teatro o diseño.

Reconocer el valor estratégico de la cultura en el desarrollo implica transformar no sólo las políticas públicas, sino también las mentalidades colectivas. Ya no basta con ver la cultura como algo decorativo o prescindible: es hora de asumirla como una herramienta poderosa para generar bienestar, cohesión social y oportunidades económicas sostenibles. Este cambio de enfoque no solo beneficia a los sectores culturales, sino que enriquece al conjunto de la sociedad.

“Hay un valor en el trabajo que hace un artista, que hace un artesano, hace en presentar ciertos bienes que requieren ser reconocidos por la ciudadanía, no solo subvencionados por el estado, sino pagados por la ciudadanía, porque estamos convencidos, y se demuestra que consumir cultura te mejora la calidad de vida”, reflexiona Zarrati.

Participar en actividades culturales fortalece nuestras relaciones sociales y nos conecta con nuestra identidad. Por eso, más que nunca, es urgente cambiar la mirada y apostar por una gestión cultural que no solo proteja lo simbólico, sino que active el desarrollo económico, social y humano desde la creatividad.

En esa misma línea, el III Foro Internacional de Economía Creativa de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz) a inicios de septiembre en la ciudad de El Alto, estableció un punto de encuentro para la reflexión sobre el futuro económico de Bolivia desde una perspectiva innovadora.

Frente a los desafíos del modelo extractivista, el evento planteó a la economía creativa como una vía estratégica para diversificar las fuentes de ingreso, impulsar la generación de empleo y posicionar al país dentro del mapa regional de la industria cultural y creativa, conocida también como la “economía naranja”. Este foro reunió talento, cultura e innovación en un diálogo que apuesta por nuevas formas de desarrollo sostenible.

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