Tanto el sarampión como la varicela son enfermedades infecciosas, pero el sarampión ha generado mayor preocupación recientemente en Bolivia.
22/08/2025 14:25
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Aunque el sarampión, la varicela y la escarlatina son enfermedades que suelen presentarse en la infancia y comparten la aparición de erupciones en la piel, cada una tiene características específicas que permiten diferenciarlas y tratarlas adecuadamente. Es importante reconocer sus signos para lograr un diagnóstico temprano y, de esta manera, evitar complicaciones.
Wendy Vásquez, experta en infectología y docente de la carrera de Medicina en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, señala que es fundamental estar atentos a los signos y cambios que presenta la persona afectada, ya que estos permiten identificar con mayor precisión el tipo de enfermedad que se está desarrollando.
“Las diferencias de estas tres enfermedades son que dos de ellas, tanto el sarampión como la varicela, son de origen viral, y la fiebre escarlata, mayormente conocida con ese nombre o como escarlatina, es causada por un agente bacteriano. Entonces, esas serían las diferencias: el sarampión y la varicela son virales, y la escarlatina sería un proceso bacteriano”, explica la académica.
Tanto el sarampión como la varicela son enfermedades infecciosas, pero el sarampión ha generado mayor preocupación recientemente en Bolivia, debido a brotes y a la declaración de emergencia sanitaria por parte de las autoridades de salud. A la fecha, se tienen registrados 254 casos confirmados de esta enfermedad.
Por otro lado, la varicela también puede causar complicaciones, especialmente en adultos y personas con sistemas inmunitarios comprometidos. En cuanto a la escarlatina, una afección menos frecuente, de la misma manera que las otras dos, puede ocasionar complicaciones que requieren atención médica. Es fundamental conocer las diferencias y similitudes entre estas enfermedades para una correcta identificación, tratamiento y la respectiva prevención.
Reconociendo los síntomas
En el sarampión hay una fiebre alta, generalmente de 38.5 grados en adelante. La presencia de tos, regularmente seca, es común. También hay rinitis —flujo nasal— que viene acompañada de conjuntivitis, es decir, ojos rojos.
“Algo característico del sarampión son las manchas de Koplik. Estas son pequeñas manchitas blancas dentro de la boca, en la mucosa, que es el signo característico que puede marcar la diferencia respecto a otras enfermedades. En la piel se extiende una erupción, unas manchas en la espalda que pueden aparecer entre el tercer y quinto día”, sostiene Vásquez.
La especialista recalca que esta enfermedad tiene una transmisión altamente contagiosa por vía aérea, a través de la tos o los estornudos, y que el tratamiento, al ser un proceso viral, no incluye un antiviral específico.
La varicela, también causada por un virus, se caracteriza por la presencia de fiebre y lesiones cutáneas que evolucionan de manchas rojas a ampollas llenas de líquido, que luego forman costras.
“El tema de la varicela: los síntomas son diferentes. La fiebre es relativamente moderada. Hay un malestar general, especialmente por las erupciones. Esta es la característica, a diferencia del sarampión: comienza con manchas rojas que se convierten en vesículas tipo ampollas. Al niño le empieza a picar la piel, empieza a lesionarse las vesículas cuando revientan, porque le viene una comezón intensa que hace que revienten las ampollas”, explica la académica.
La escarlatina, en cambio, causada por un estreptococo del grupo A, presenta síntomas comunes como dolor de garganta, fiebre alta y una erupción roja fina en la piel, acompañada de una afección en la boca.
“En la escarlatina, que es un proceso bacteriano, hay fiebre al inicio de la enfermedad, acompañada de dolor de garganta. Este dolor puede avanzar hacia una faringitis. Entonces, va a presentar palidez peribucal, erupción en la piel —pero tipo lija— que empieza desde el cuello, se extiende al tórax y, sucesivamente, puede ir en forma caudal, o sea, hacia abajo”, destaca Vásquez.
Esta enfermedad también afecta la lengua, lo cual permite diferenciarla de las otras patologías. Se presenta una lengua semejante a una fresa, con puntos rojos que luego se intensifican, llegando a inflamar las amígdalas y a mostrar placas blancas.
Según la experta, en el caso de la escarlatina, cuando la enfermedad llega a su tercer o cuarto día comienza un proceso de descamación de la piel, que generalmente sucede al finalizar el segundo día.
Tratamientos
Si bien todas presentan erupciones, su origen y manejo son diferentes: el sarampión y la varicela son virales y se tratan de forma sintomática, mientras que la escarlatina necesita antibióticos. Ante cualquier sospecha, la consulta médica es indispensable para confirmar el diagnóstico y aplicar el tratamiento correcto, protegiendo así la salud del paciente y evitando la propagación.
“En cuanto al sarampión, lo que se realiza es un manejo sintomático para no llegar a una complicación. Medicamentos como el paracetamol o el ibuprofeno se utilizan para la fiebre. Para la deshidratación, se recomienda el consumo de líquidos abundantes y, obviamente, realizar reposo. Los centros de salud o entidades de salud deben administrar una dosis de vitamina A de refuerzo en niños menores de 5 años”, explica la académica.
El tratamiento general para la varicela consiste en reducir el malestar por la picazón. Por ejemplo, se administran antihistamínicos —medicamentos para tratar las alergias—. El paracetamol se utiliza en caso de fiebre elevada, por encima de 37.5 grados.
Vásquez sostiene que, para tratar esta afección, también se utilizan regularmente lociones de calamina, una loción tópica que alivia la picazón y el malestar causados por irritaciones leves en la piel. Además, si hay complicaciones, puede administrarse aciclovir, un medicamento antiviral usado para tratar infecciones causadas por el virus del herpes.
Entender cómo se relacionan estas enfermedades y en qué aspectos se diferencian contribuye a evitar confusiones que podrían retrasar la atención adecuada o generar medidas de aislamiento innecesarias. Es importante promover el conocimiento sobre estas patologías en la educación sanitaria, ya que refuerza la importancia de la vacunación, el control epidemiológico y la responsabilidad colectiva frente a brotes infecciosos.
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