La fatiga visual digital o síndrome visual informático es una de las afecciones más comunes del siglo XXI.
06/10/2025 14:48
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El uso intensivo de pantallas se ha vuelto una constante en la vida moderna. Teléfonos, computadoras, tabletas y otros dispositivos digitales acompañan cada momento del día, desde el trabajo y la educación, hasta el ocio y la vida social. Sin embargo, este estilo de vida digitalizada plantea una amenaza creciente: el deterioro de la salud visual.
Sirley Miranda, docente de la carrera de Medicina en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), explica que uno de los principales factores de riesgo es el esfuerzo constante de enfocar a corta distancia. “La fatiga visual suele estar vinculada a malas posturas, iluminación inadecuada y falta de descansos visuales. Estos factores tensan los músculos oculares y pueden derivar en miopía progresiva, especialmente en niños y jóvenes”.
La fatiga visual digital o síndrome visual informático es una de las afecciones más comunes del siglo XXI. De acuerdo con la American Optometric Association, más del 75% de las personas que trabajan frente a pantallas experimentan síntomas como visión borrosa, sequedad ocular, dolores de cabeza y dificultad para enfocar. Este problema, muchas veces subestimado, tiene su origen en hábitos cotidianos perjudiciales.
Uno de los hábitos más perjudiciales es pasar largas horas frente a pantallas sin realizar pausas. La disminución del parpadeo —de 15 o 20 veces por minuto a menos de la mitad— contribuye al ojo seco y al cansancio ocular. Para contrarrestarlo, se recomienda aplicar la regla 20-20-20: cada 20 minutos, mirar un objeto a seis metros de distancia durante al menos 20 segundos.
A esto se suma la mala ergonomía. Posturas inadecuadas al usar celulares o computadoras generan no solo tensión en cuello y espalda, sino también problemas visuales al no mantener la pantalla a una distancia y altura apropiada. “Pasar horas frente a dispositivos móviles en posiciones incómodas afecta tanto la postura corporal como la salud visual”, indica Miranda.
Además, el uso prolongado de pantallas antes de dormir interfiere con el sueño. Esto se debe a la luz azul de alta energía, que altera el ritmo circadiano e impide el adecuado descanso ocular. Por eso, los especialistas recomiendan evitar dispositivos al menos una hora antes de dormir y usar filtros de luz azul, ya sea en aplicaciones, lentes o protectores de pantalla.
Pero el problema no termina ahí. Según Carlos De la Barra, docente de Psicología en Unifranz, también se debe considerar el impacto emocional y cognitivo de la sobreexposición tecnológica. “La tecnología no es el enemigo, pero sí lo es su uso sin control. El abuso digital no solo afecta la vista, también produce distracción constante, ansiedad, baja productividad y deterioro de relaciones personales”.
Frente al avance del problema, también surgen soluciones innovadoras. Por ejemplo, lentes oftálmicos con filtros selectivos de luz azul “mala” que disminuyen el riesgo de daño retiniano, al tiempo que permiten el paso de la luz azul “buena”, esencial para la concentración. Además, se están desarrollando lentes inteligentes que ajustan su tonalidad en tiempo real según la iluminación del entorno y la exposición a pantallas.
En este contexto, algunos hábitos saludables que pueden adoptarse para preservar la salud visual y el bienestar general son:
También existen terapias visuales interactivas basadas en juegos, como las desarrolladas por la empresa Bynocs, que ayudan a reducir síntomas severos de fatiga ocular mediante ejercicios que mejoran el enfoque y la coordinación visual.
Por otro lado, el avance en diagnóstico preventivo mediante cámaras portátiles de retina o escáneres 3D de córnea permite detectar signos tempranos de fatiga crónica, incluso en personas sin antecedentes oculares.
“Hoy más que nunca, la salud visual debe cuidarse con conciencia. No se trata de dejar la tecnología, sino de aprender a usarla de forma saludable”, concluye Sirley Miranda.
En definitiva, los hábitos digitales deben revisarse con urgencia. El uso excesivo, inadecuado y sin pausas no solo pone en riesgo nuestra vista, sino también el equilibrio físico, mental y emocional. Adoptar medidas preventivas, acudir a revisiones oftalmológicas y aprovechar los avances tecnológicos con criterio es el camino hacia una relación más sana con nuestras pantallas.
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