El periodista que relataba los crímenes terribles el propio asesino serial.
14/07/2025 11:02
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En mayo de 2008, el periodista de policiales Vlado Taneski estremeció a los lectores del diario Nova Makedonija con una crónica que hablaba de un nuevo crimen brutal en su ciudad natal, Kicevo, Macedonia del Norte.
“El cadáver se parece mucho a uno descubierto a 20 kilómetros de Kicevo el año pasado, podrían ser obra de un asesino en serie”, advertía en su nota. Lo que nadie imaginaba era que el autor de ese artículo era, en realidad, el responsable de los atroces asesinatos que él mismo describía con espeluznante precisión.
Todo comenzó el 16 de noviembre de 2004, cuando Mitra Simjanoska, una mujer de 64 años, desapareció misteriosamente de su hogar. En la cocina se hallaron rastros de sangre, pero no había testigos. Dos meses más tarde, sus restos fueron encontrados por un trabajador municipal dentro de una bolsa de plástico en un basural. Estaba atada, en estado avanzado de descomposición y, según la autopsia, había sido secuestrada, torturada, violada y estrangulada.
La cobertura del caso fue asumida por Taneski, quien trabajaba para una revista independiente. Sus notas detalladas comenzaron a llamar la atención del público y, más adelante, de la policía.
Tres años después, en febrero de 2008, apareció el cuerpo de Ljubica Licoska, de 56 años, en circunstancias similares. La primicia la dio Taneski, como ya lo había hecho antes. En mayo, una tercera víctima, Zivana Temelkoska, de 65, fue hallada en una cancha de fútbol, también dentro de una bolsa. Presentaba múltiples fracturas y heridas en el cráneo.
Crónicas demasiado precisas
Las similitudes entre las víctimas eran escalofriantes, todas eran mujeres mayores, solas, trabajadoras domésticas y habían sido estranguladas con cables telefónicos. Mientras los crímenes sembraban el miedo en Kicevo, las crónicas de Taneski parecían adelantarse a la investigación. Describía lugares exactos, detalles no divulgados y una cronología que solo alguien con acceso directo al asesino podía conocer.
Fue entonces que los investigadores comenzaron a perfilar al posible homicida, un hombre adulto, con fuerza física, conocedor de las víctimas y con un motivo psicológico profundo. Y entonces surgió una sospecha inesperada, el periodista que narraba la historia era también quien la escribía con sangre.
Nacido en 1952 en Kicevo, Taneski había crecido en un hogar marcado por la rigidez. Su madre, Gorica Pavleska, empleada de limpieza en un hospital, era autoritaria y violenta. Según personas cercanas, lo insultaba y golpeaba sin justificación. Ese rencor acumulado podría haber sido el disparador de los crímenes, donde las víctimas compartían un perfil inquietantemente similar al de su madre.
Tras una coincidencia de ADN hallado en una de las víctimas, Taneski fue arrestado el 20 de junio de 2008. En su casa, la policía halló pruebas irrefutables, objetos personales de las mujeres asesinadas, sogas, y material pornográfico de contenido sádico. Aunque negó los cargos, su silencio no pudo explicar las pruebas en su contra.
Muerte en prisión y un misterio sin cerrar
Tres días después, el periodista fue encontrado muerto en su celda, con la cabeza sumergida en un balde de agua. Las autoridades declararon que se trató de un suicidio.
El caso dio un giro aún más macabro cuando la policía vinculó a Taneski con un cuarto asesinato, el de su propia madre, desaparecida en 2003 y cuyo cuerpo jamás fue encontrado. Para los investigadores, la desaparición de Gorica habría sido el punto de quiebre que dio inicio a una escalada de violencia planificada y ejecutada por su propio hijo.
La historia de Vlado Taneski es una pesadilla real, un periodista que transformó el horror en noticia y usó la tinta para encubrir su lado más oscuro. Kicevo, desde entonces, no volvió a ser la misma.
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