Y es que muchos repiten nombres como Cala Cala, Muyurina, Tarata, Sacaba o Chilimarca sin imaginar que cada sílaba guarda una historia, un significado, un legado.
05/09/2025 13:48
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Cochabamba celebra septiembre con flores, música y fiesta, pero también con memoria. Porque un pueblo sin historia es un pueblo sin raíz. Y en sus nombres —de barrios, calles, provincias y municipios— late la herencia de siglos, idiomas y culturas que se entrelazaron para construir la identidad del valle.
“Los nombres no son casuales, son construcciones simbólicas que revelan cómo un pueblo se relaciona con su entorno”, explica el historiador y radialista Carlos Balderrama, quien ha dedicado su vida a recopilar la memoria cochabambina.
Y es que muchos repiten nombres como Cala Cala, Muyurina, Tarata, Sacaba o Chilimarca sin imaginar que cada sílaba guarda una historia, un significado, un legado.
Del Aymara y Quechua a la Colonia: un viaje por la memoria
En el corazón de Cochabamba, Cala Cala viene del aymara cala, que significa piedra. Un lugar pedregoso se llamaría “Cala Cala”, literalmente “lugar de piedras”.
En cambio, Tarata debe su nombre a la madera tara, rojiza y preciosa, que abundaba en la región. Mientras que Sacaba proviene del valle de Sarjagua: sara es maíz y jagua es duro, aludiendo a la tierra fértil donde se cultivaba el maíz más resistente.
Los conquistadores también dejaron su huella. El cerro de San Pedro, se llama San Pedro de Talavera, no lleva el nombre por el apóstol, sino por el pueblo natal del español que lo fundó. La colonia rebautizó muchos lugares, a veces por devoción, otras por nostalgia de la tierra lejana.
La palabra "taquiña" se deriva del quechua "takiy", que significa "cantar" o "alegrarse". Por lo tanto, "taquiña" se refiere a un canto, una canción o la acción de canta. De ahí proviene Taquiña, donde las fiestas y cantos marcaban la vida del pueblo. Otro ejemplo era:la palabra Chimba significa "Cerca", explicó Balderrram.
Muyurina, por su parte, esconde una historia fascinante: el capitán Martín de la Rocha partió un cerro para desviar el agua y formar un canal. De muyuy —dar la vuelta— nació Muyurina, “lugar donde el agua gira”.
En Chilimarca, el aymara habla claro: marca es pueblo y chili significa angosto. Así, Chilimarca es “pueblo angosto”, como un susurro de montaña.
Balderrama lamenta que en las escuelas casi no se enseñe el origen de estos nombres. “Muchos jóvenes repiten el nombre de sus barrios sin saber qué significan. Si conociéramos esa historia, sentiríamos más orgullo por nuestra tierra”, reflexiona.
Porque cada nombre es un mapa cultural: del maíz al canto, del agua a la madera, del quechua al español. Cochabamba es memoria viva, y preservarla es defender nuestra identidad.
“Hay que vivir la región, sentirla. Si conoces tu nombre, entiendes tu historia”, dice el historiador, convencido de que redescubrir estas raíces es un acto de amor a la tierra.
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