11 meses después de la primera violación, Octavina sufrió otra violación cuando estaba sola en su casa.
08/05/2019 13:11
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Una desgarradora historia está viviendo una mujer cuya mente no se desarrolló igual que su cuerpo de 29 años, por lo que Octavina Flores sólo sonríe y articula algunas palabras en quechua. Lo que ella no sabe dentro de su inocencia impuesta por la naturaleza, es que tuvo una bebé producto de una violación, además de que también sufre una enfermedad incurable, resultado de una violación anterior.
Ella vive junto a su madre, su padre, sus dos hermanos de 12 y 14 años y su bebita dentro de una precaria vivienda con techo de paja en la localidad de Llink’u, ubicada a tres kilómetros del pueblo de Sipe Sipe, casi en las faldas del cerro. Hace tres años vivían en Independencia, donde nació, pero es ahí donde fue violentada sexualmente por primera vez y donde contrajo el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), situación que obligó a su familia a mudarse.
“El doctor dice que no se va a sanar, ¿cómo será? Hasta que muera tiene que tomar esos medicamentos”, dice con incertidumbre la madre de la víctima, quien asegura que llegó a Sipe Sipe para que su hija reciba tratamiento y atención médica para su enfermedad.
Pero se repitió la historia y 11 meses después, Octavina sufrió otra violación cuando estaba sola en su casa. Pese a la denuncia ante la Policía, la investigación no avanzó debido a que ella no puede comunicarse y dar mayores datos de la agresión. Sin embargo, las unidades especializadas del municipio la apoyaron durante su embarazo.
Octavina gatea para dirigirse del patio al dormitorio, lentamente arrastra los pies y sus manos guían sus pasos, una después de otra. En cuanto llega a la cama, sonríe a su hija y la observa con dulzura.
“Le ha costado aceptar que es su hijita”, cuenta Dominga, a tiempo de aclarar que el embarazo fue una etapa muy confusa para ella.
La bebé, vestida de rosa, diminuta y delgada, aún no tiene un nombre, porque la notaria —según su abuela— le ha pedido 40 bolivianos para el certificado de nacimiento, dinero que no tenía.
“En el hospital han dicho que se llame María”, cuenta, recordando como la nombraron las enfermeras, pero “otra señora que nos ha traído ayuda dijo que se llame Saraí”.
El reportaje del medio local Los Tiempos, da cuenta de que la familia no tiene los recursos para cubrir los gastos de manutención de la pequeña por lo que piden ayuda para poder comprar la leche y así alimentarla, porque su madre no puede darle de lactar por su enfermedad.
“Es caro y se acaba rápido”, dice Dominga. En la cocina, una olla que hervía anunciaba la hora de la comida. “Estábamos picando zapallo para hacer sopa” cuenta Dominga, mostrando alimentos que algunos vecinos compartieron con ella.
Algunas vecinas crearon grupos en redes sociales para recolectar ayuda, sobre todo leche Nutrilón y pañales. “Anteriormente pedí ayuda y gracias a Dios que puso personas de muy buen corazón que le donaron muchas cosas”, indicó Carla, una de las vecinas, en una de las publicaciones.
La gente que quiera colaborar puede dejar su donación en la avenida Ayacucho entre Heroínas y General Achá, piso 1, tienda número 7, de 12:00 a 18:00. También se puede comunicar mediante el número de WhatsApp 79384241.
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