Militares bolivianos desaparecen sin aviso y dejan a sus familias sumidas en la angustia.
03/07/2025 11:42
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Durante días, la angustia se apoderó de dos familias bolivianas tras la misteriosa desaparición de Lizeth Araceli Mollechica Nina (23) y Elmer Sandoval Albarracín (25), ambos sargentos del Ejército y pareja sentimental.
Su repentina ausencia no solo generó preocupación en el entorno militar, sino también un profundo dolor entre sus seres queridos, quienes hasta el último momento creyeron que algo malo les había ocurrido.
Ambos llegaron a Cochabamba el pasado 23 de junio desde La Paz, con el objetivo de asistir a un curso de paracaidismo en el Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE). Se hospedaron en la casa de la hermana de Elmer, ubicada en la avenida Petrolera. Todo parecía en orden. Lizeth y Elmer se preparaban para avanzar en sus carreras, compartían metas, sueños y una relación de más de un año que se había consolidado en medio del rigor militar.
El 26 de junio salieron con la supuesta intención de dirigirse al CITE. Fue la última vez que se les vio. No llegaron al curso, no se comunicaron más y sus teléfonos permanecieron apagados desde entonces. Las pertenencias que habían preparado para el entrenamiento, incluyendo sus uniformes, botas y cascos, seguían intactas en la habitación que compartían.
La hermana de Elmer, por su parte, también rompió el silencio con un llamado desesperado: “Nos estás haciendo sufrir, Elmer. A mis papás, a todos. Si puedes, llama, aunque sea desde otro celular…”
La búsqueda se activó oficialmente el 28 de junio, cuando la madre de Lizeth denunció la desaparición ante la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC). La investigación movilizó a unidades de inteligencia, ciberdelito, y se rastrearon cámaras, movimientos bancarios y testimonios de testigos. Pero no hubo rastro, hasta ahora.
Cruzaron la frontera a Chile
Este 3 de julio, la verdad salió a la luz, Lizeth y Elmer cruzaron la frontera hacia Chile por el paso de Colchane en la madrugada del 28 de junio. Lo hicieron con apenas un minuto de diferencia —00:20 y 00:21—, y sin notificar ni a sus superiores ni a sus familias. Una salida voluntaria, silenciosa, y hasta ahora, inexplicable.
La revelación, lejos de calmar a sus familias, abrió nuevas heridas. ¿Por qué se fueron así? ¿Qué motivó una decisión tan drástica? ¿Por qué hacer sufrir a quienes más los aman?
Para quienes los conocen, son jóvenes prometedores, disciplinados, enamorados, con un futuro brillante en las Fuerzas Armadas (FF.AA,). Su desaparición voluntaria no encaja en el perfil que sus familias y compañeros describen. No había antecedentes de conflictos, ni razones aparentes para abandonar su formación y marcharse del país sin una palabra.
Las Fuerzas Armadas aún no se han pronunciado oficialmente sobre las implicaciones disciplinarias que podrían enfrentar. Mientras tanto, las autoridades bolivianas continúan en contacto con sus pares chilenos para determinar el paradero exacto de ambos y asegurar que no estén en riesgo.
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