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“Temí por mi vida, pero no podía dejarlos”: Miguel Cuéllar lideró la evacuación de jóvenes de Cenvicruz tras la riada

Cuéllar, guardia de seguridad y encargado de las llaves de los pabellones, se encontraba en la parte trasera del recinto cuando la emergencia se desató.

17/12/2025 17:08

Miguel Cuéllar lideró evacuación de jóvenes de Cenvicruz tras riada. FOTO: Red Uno Digital/NTV. Composición CHMF.
Santa Cruz, Bolivia

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La madrugada del viernes a sábado quedará marcada para siempre en la memoria de Miguel Cuéllar. Eran cerca de las 3:30 de la mañana cuando el agua comenzó a ingresar violentamente a las instalaciones de Cenvicruz. En cuestión de segundos, la riada derribó las vallas de protección y dejó al centro sumido en la oscuridad total.

Cuéllar, guardia de seguridad y encargado de las llaves de los pabellones, se encontraba en la parte trasera del recinto cuando la emergencia se desató. Sin comunicación, sin electricidad y con el agua subiendo rápidamente, tomó una decisión que marcaría la diferencia entre la vida y la muerte para 148 adolescentes que dormían en el lugar.

“Claro que temí por mi vida. Pensé en mi hijo, pero también pensé en los adolescentes que tenía a mi alrededor”, relató este martes en el programa El Mañanero. Con voz firme y en medio del pánico, Miguel lideró la evacuación, rompió una valla que se convirtió en la única vía de escape y guio a los jóvenes entre el lodo, el agua y la oscuridad.

 

Con una linterna y un handy, que luego quedaron inutilizados por el barro, el guardia condujo al grupo hacia la montaña, donde permanecieron hasta recibir ayuda. A pesar del frío, el cansancio extremo y el riesgo de hipotermia, ninguno de los adolescentes fue dejado atrás.

 

“El momento de quiebre fue ver que no nos faltaba ni uno”, recordó con emoción. A las cinco de la mañana se activó el pedido de auxilio y, dos horas después, un helicóptero sobrevolaba la zona. Cuando descendieron, Cenvicruz ya había desaparecido, convertido en una extensión de lodo y escombros.

Miguel Cuéllar, también bombero voluntario forestal, asegura que no fue valentía, sino fe y responsabilidad. “Dios me puso en ese lugar. No podía pensar solo en mí”, afirmó. Los jóvenes, a quienes él llama cariñosamente “sobrinos” o “tíos”, también fueron su fortaleza en los momentos más críticos.

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