Lo que comenzó como la organización de un cumpleaños infantil en un grupo de WhatsApp de madres terminó en una cadena de mensajes, discusiones y traiciones.
12/11/2025 13:48
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Lo que empezó como una simple organización de cumpleaños entre madres de un jardín de infantes terminó en un conflicto digno de una telenovela. Un grupo de WhatsApp, una lista de invitados selectiva y un giro inesperado dejaron una valiosa lección sobre empatía, convivencia y los límites de las redes entre padres.
Todo comenzó cuando Elena, una de las mamás, escribió en el grupo de padres: “Hola, con Pau y Marisa los invitamos al cumple de Tommy, Sofi y Luki el próximo sábado”. Hasta ahí, todo parecía normal. Sin embargo, enseguida agregó un comentario que encendió la polémica: “Quiero sonar mala onda, pero ¿por qué no unificamos la comunicación por estas cosas en este grupo? Crean grupo para todo”.
La conversación se tensó cuando Paula respondió: “Sí, tenés razón. Pero no queríamos que Gerardo se entere porque no vamos a invitar a Ricky”. Ante la sorpresa de los demás padres, explicó: “Porque se porta mal todos los días en el cole y también pega. Consensuamos entre las tres que no era buena idea invitarlo”.
Fue entonces cuando intervino Flavia, otra madre del grupo, que se atrevió a cuestionar la decisión: “Chicas, yo no concuerdo. ¿Qué le estamos enseñando a los nenes si dejamos de lado a alguien solo por ser distinto al resto? Además, Elena, tu hijo el año pasado se portaba peor”.
El comentario generó silencio e incomodidad. Para evitar seguir discutiendo, Elena lanzó una encuesta en el chat: “¿Invitamos a Ricky al cumple?”. La votación fue contundente, la mayoría votó que no. “Listo, suficiente”, cerró Elena. “Si no te gusta, Flavia, no vengas”.
Días después, cuando todo parecía resuelto, surgió un problema inesperado. “Chicos, malas noticias”, escribió Paula. “Clausuraron el salón donde íbamos a hacer el cumple. Está todo ocupado, ¿alguien conoce otro libre?”. El grupo enmudeció, hasta que llegó un mensaje inesperado, era Gerardo, el papá de Ricky, el niño que había sido excluido.
“Yo tengo un salón a unas diez cuadras del jardín. Si quieren, pueden usarlo. Se los dejo a mitad de precio”, ofreció con amabilidad. Pese a la incomodidad, las madres aceptaron. “Bueno, ya fue. Si no queda otra…”, escribió Paula. Luego agregó a Gerardo al grupo y pidió: “Por favor, finjan que recién lo creamos”.
Parecía que todo volvería a la calma, pero el día del festejo el destino tenía otra jugada preparada. A pocos minutos de que comenzara la celebración, Elena escribió al grupo desesperada: “Gente, por favor, les pido que se demoren 30 minutos. Estamos en la puerta del salón y nadie nos abre. Gerardo no atiende el teléfono”.
Minutos después llegó un mensaje del propio Gerardo: “Acá estoy”. Cuando Elena le preguntó qué pasaba, él respondió: “Van a tener que ir a festejar el cumpleaños a una plaza. Una madre me contó que solo invitaron a Ricky porque se quedaron sin salón. Entiendo que tiene comportamientos difíciles, pero lo último que necesita es este desprecio. El lunes no lo van a ver más: lo cambiamos de jardín. Suerte en la vida”. Acto seguido, abandonó el grupo.
Flavia, la única que había defendido a Ricky, rompió el silencio: “Te banco a full, Gerardo”. Elena, molesta, preguntó: “¿Fuiste vos quien le dijo?”. Y Flavia respondió sin dudar: “Obvio. Y también fui yo quien denunció el primer salón. Corría el rumor de que tenía empleados sin registrar, así que mandé a inspección. Besitos”. Luego, también se fue del grupo. ¿Qué opinas de lo ocurrido?
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