El padre de Diego murió en 1991 sin conocer la verdad; su madre, hoy de 87 años, entregó el ADN que permitió confirmar la identidad de los restos.
08/08/2025 13:03
Escuchar esta nota
El hallazgo de los restos óseos de Diego “El Gaita” Fernández Lima, desaparecido en 1984, ha sacudido a la Argentina. Su cuerpo, enterrado durante cuatro décadas en un chalet del barrio porteño de Coghlan, salió a la luz en mayo pasado, y todas las miradas se dirigen a un nombre: Cristian “El Jirafa” Graf, excompañero de colegio y presunto amigo de la víctima.
La conexión entre ambos no es casual. Según la investigación, Fernández Lima y Graf se conocían desde el preescolar, compartieron toda la escolaridad y cursaron juntos en la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 36. Sin embargo, el dato que hoy se convierte en el centro del caso es que los restos aparecieron en la casa que pertenece desde los años ’70 a la familia de Graf, y donde actualmente vive su madre.
El fiscal Martín López Perrando, a cargo de la causa, confirmó que el chalet de avenida Congreso 3742 —pared de por medio con una propiedad que en 2002 alquiló el músico Gustavo Cerati— fue escenario de un entierro improvisado a 60 centímetros de profundidad. El adolescente fue asesinado de una puñalada en el tórax, y hubo un intento fallido de desmembramiento.
En el lugar también se hallaron objetos de los años 80': un reloj Casio con calculadora, una moneda japonesa, un llavero flotante, una ficha de casino, una corbata de uniforme colegial y la suela de un mocasín talle 41. Estos elementos ayudaron a fijar la época del crimen.
La historia de su desaparición comenzó el 24 de julio de 1984. Diego, de 16 años, almorzó en su casa y salió para reunirse con un amigo, tras pedir dinero para el colectivo. Nunca volvió. Un testigo lo vio por última vez en Villa Urquiza. La denuncia policial quedó asentada como “fuga de hogar”, lo que retrasó la búsqueda. Su padre murió en 1991 sin conocer la verdad; su madre, hoy de 87 años, entregó el ADN que permitió confirmar la identidad de los restos.
La repercusión mediática del caso movilizó a excompañeros. Uno de ellos, desde México, contactó a la Fiscalía y reveló que conocía tanto a “El Gaita” como a “El Jirafa”, dato que la familia desconocía porque Graf no pertenecía al círculo más cercano de amistades de Diego.
Aunque el delito prescribió hace más de 20 años, la familia exige justicia moral y conocer las razones detrás del crimen. “Necesito justicia por mi hermano, por mi papá que se murió buscándolo hasta su último día, por mi mamá y por mí”, declaró Javier, hermano de la víctima.
La investigación continúa, no para condenar penalmente, sino para reconstruir la verdad de una historia que mezcla amistad, traición y un silencio de cuatro décadas que finalmente comenzó a romperse.
Mira la programación en Red Uno Play
12:25
14:00
15:00
16:30
17:00
18:55
12:25
14:00
15:00
16:30
17:00
18:55