Las canas ya no son solo edad, sorprendente estudio revela que podrían ser señales de una batalla silenciosa contra el cáncer.
26/11/2025 10:09
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Las canas, tradicionalmente asociadas al envejecimiento y al inevitable deterioro corporal, están siendo reinterpretadas a la luz de un reciente avance científico. Un estudio de la Universidad de Tokio, publicado en la prestigiosa revista Nature Cell Biology, sugiere que el encanecimiento podría ser mucho más que un simple signo de edad, sería la huella visible de un complejo mecanismo de defensa del organismo frente al cáncer.
El trabajo, titulado “El factor B de fragmentación del ADN suprime el interferón para permitir el recrecimiento de células cancerosas persistentes”, revela cómo el cuerpo gestiona el daño en el ADN, un proceso clave tanto en el envejecimiento celular como en el desarrollo del cáncer. En el centro de esta investigación se encuentran las células madre de los melanocitos, ubicadas en los folículos pilosos y responsables de generar las células que dan color al cabello.
Estas células madre, que normalmente se renuevan de forma constante para mantener el tono del cabello, están expuestas diariamente a agresiones como la radiación UV y sustancias químicas. Cuando sufren daños en su ADN —especialmente roturas de doble cadena— pueden entrar en un proceso denominado “seno-diferenciación”: maduran de manera irreversible, dejan de dividirse y finalmente se eliminan del sistema. El resultado visible, la aparición de canas.
Lejos de ser una simple señal estética, este proceso actúa como un mecanismo protector. Al autodestruirse, las células evitan acumular mutaciones peligrosas que podrían convertirse en cánceres mortales como el melanoma. Sin embargo, los investigadores descubrieron que este comportamiento puede cambiar dependiendo del tipo de daño y del entorno celular.
Cuando las células madre de los melanocitos de ratón fueron expuestas a potentes carcinógenos y radiación UV, en lugar de autolimitarse, persistieron. El tejido circundante les envió señales que las alentaron a seguir dividiéndose pese al daño en su ADN. Este ambiente favoreció la aparición de células capaces de originar melanoma, una de las formas más agresivas de cáncer de piel.
El hallazgo demuestra que no todos los daños celulares provocan encanecimiento. Algunos factores estresantes sí desencadenan esa “autodestrucción protectora”, mientras que otros —como influencias generadas por células cancerosas— permiten que sobrevivan células madre dañadas que podrían convertirse en un tumor.
Los investigadores plantean así que las canas y el melanoma no son fenómenos aislados, sino “destinos gemelos” dentro de la misma batalla biológica, el equilibrio del cuerpo entre la regeneración de tejidos y la prevención del cáncer. El encanecimiento, concluyen, es un subproducto visible de un mecanismo de vigilancia interna, no una barrera protectora, pero sí una señal de que el organismo está tomando decisiones críticas para mantener la salud celular.
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